sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº3682

Campo | 16 ago 2012

Opinión

Varias causas originarán deterioro en las economías del interior del país

Un análisis profundo sobre la dura realidad que le toca vivir al hombre de campo, quien a causa de las inclemencias climáticas, las económicas y la nefasta aplicación de políticas erráticas, se encuentra entre la espada y la pared.


Por Julio Torreguitart, especial para ANDigital.

Retenciones, sequía, crisis mundial de bancos, un gobierno empecinado en planes que no reflejan la realidad de los discursos… sólo faltarían las siete plagas para coronar todo este panorama ensombrecido que se cierne sobre el campo argentino y las economías de los pueblos del interior.

El factor adverso más importante que se evidenció este año fue el de políticas agropecuarias erróneas. La Argentina perdió una oportunidad histórica (coinciden todos los analistas), primero por la fuerte demanda de comodities que comenzó en 2007, y segundo, debido al alto valor de los precios agrícolas que impulsaban al productor a invertir en su negocio.

Las malas políticas implementadas por el Gobierno nacional para el sector ocasionaron dos o tres consecuencias gravísimas, que se pagarán con creces el año próximo.

En primer lugar, los desaciertos de la administración de Cristina Fernández de Kirchner, iniciaron una catarata de protestas agropecuarias, descontentos y apatía en la gente de campo, que derivó en una fuerte pérdida de divisas para el país (el gobierno recaudó sensiblemente menos) y pérdida de mercados externos.

Por otra parte, el desestímulo a las diversas actividades del sector ocasionó pérdidas irreparables de stock ganadero, involución en los tambos argentinos y atraso en mejorar tecnología en maquinarias, por escasez de recursos genuinos.

Sobre mitad del año, sobrevino otra calamidad no previsible para el campo –y nunca lo es–: una prolongada y fatal sequía se instaló durante toda la primavera, época de llenado de granos finos y de rebrote de pastos para la hacienda vacuna.

Hoy, en una gran comarca del territorio bonaerense y varias regiones de La Pampa, Santa Fe y Córdoba; en síntesis, las provincias que más aportan en granos y carne al país. Los rindes y producción confirmarán que el productor no recibirá nada más que pérdidas, con la previsible consecuencia para el año 2009: falta de recursos para afrontar el año y endeudamiento masivo.

A todo este panorama, que recrudeció a partir de la implementación en marzo de este año de la resistida resolución 125 de retenciones móviles para la soja, la aparición en el escenario mundial de una crisis financiera sin precedentes, terminó por derrumbar los precios agropecuarios, la demanda y, con ello, la pérdida de rentabilidad que augura tiempos muy difíciles para la producción nacional, tanto agropecuaria como industrial.


Un ejemplo de la realidad

En los campos del distrito bonaerense de Coronel Pringles, el registro de lluvia hasta la fecha marca apenas 460 milímetros, cuando la media del año refleja cerca de 800.

Esta crisis hídrica incide directamente sobre liquidaciones de stock ganadero por falta de pastos, y un rinde de fina (mayor entrada de la zona) que no superaría el mínimo previsto para no producir quebrantos.

Según acopiadores y productores de la zona, ésta será para la región la peor cosecha de los últimos veinte años. Ya se ha verificado una reducción del área sembrada del orden del 20 al 25 por ciento. La merma que se producirá en la zafra, es estimada en un 50 por ciento, producto de la importante seca, vientos fuertes y una importante cantidad de heladas consecutivas.

La falta de interés ante la falta de rentabilidad en el trigo, y la imposibilidad de sembrar girasol por carencia de lluvias, hace presumir que la economía de este distrito el año entrante, se verá seriamente resentida.

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