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viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº3660

Economía | 14 nov 2014

Análisis

Una recesión innecesaria y las claves del 2015

Curiosa versión vernácula del progresismo, que además ha dejado de lado la alternativa de estabilizar la economía y reactivar porque ello requería recrear la confianza en la política económica, algo en lo que el gobierno no cree.


Por Juan José Llach (*)
Especial para ANDigital

 

La venta de motos se desplomó de nuevo en octubre, más de 5% respecto de septiembre y acumulando una caída del 30% en el año. Pocos indicadores son tan elocuentes para mostrar la intensidad de la recesión y la dureza con que ella golpea a sectores de ingresos medios y bajos, principales compradores de los cientos de miles de motos económicas que se venden cada año. Porque la generalización del uso de estos vehículos en este siglo ha sido también elocuente indicador del progreso social vivido por millones de personas.

Así es, aunque la indignación anti-K impida reconocerlo. Pero también es cierto que la torpeza oficial ha interrumpido este proceso anulando no pocos de los logros y amenazando su sostenibilidad. Paradoja del populismo vigente es la cada vez más clara política oficial de tratar de moderar la inflación con recesión y su ariete principal es retrasar el tipo de cambio y endeudar al gobierno para evitar un mayor desborde monetario pero a costa del crédito al sector privado.

Pese a que el gasto público hasta agosto creció obscenamente un 48,1 %, a que el déficit total nacional llegará en el año a 185 mil millones de pesos (4 % del PIB) y al generoso financiamiento del Banco Central al gobierno, la base monetaria crece “sólo” 24,7 % interanual porque el stock de LEBAC y NOBAC aumenta más del 83 %, unos 115 mil millones de pesos, desalojando al crédito al sector privado, que crece sólo 20,5 %.

Curiosa versión vernácula del progresismo, que además ha dejado de lado la alternativa de estabilizar la economía y reactivar porque ello requería recrear la confianza en la política económica, algo en lo que el gobierno no cree.

La gran pregunta es si el curso actual alcanzará para evitar en 2015 el “accidente macroeconómico” que muchos vienen pronosticando hace años pero que nunca se concreta.

Esto dependerá crucialmente de dos factores: el acceso del gobierno a financiamiento suficiente en pesos y en dólares y los datos que muestren las encuestas electorales a principios del año próximo. El gobierno está consiguiendo crédito en pesos -también el “dólar linked” lo es, pese a que se ajuste por el dólar oficial- y raspando la olla de dólares con el swap chino, la licitación de la red 4G o los aprietes a los exportadores de granos. Si se decidiera a arreglar en serio con los holdouts a partir del vencimiento de la cláusula RUFO el 31 de diciembre habría una larga cola de financistas ofreciendo dinero al gobierno a una tasa del orden del 7 por ciento.

Pero aunque es probable que el gobierno inicie una negociación el “relato” quedaría destruido si no se consiguiera una quita tan significativa como problemática. En este tema viviremos pues una larga y tensa saga. Por eso es que no vemos más de un 55% de probabilidades de que el gobierno obtenga suficiente financiamiento en dólares y en pesos como para evitar sobresaltos.

Las cosas son más claras en cuanto al resultado electoral, con un 70 % de probabilidades de un triunfo de la oposición que se conocerá a partir del segundo trimestre- y que por las delicias de la democracia ayudará al gobierno a no terminar tan mal.

En función de estas dos variables pueden delinearse cuatro escenarios 2015 que se muestran en la tabla siguiente. Las mayores probabilidades (40 %) están en el escenario más benigno, con encuestas que predicen triunfo opositor y acceso al financiamiento. Aun así puede verse que los cuatro escenarios varían poco entre el gris y el negro.

El principal consuelo es que lo más probable es que se evite una crisis tan grande como las de 1975, 1989 o 2001-2002, tal como venimos diciendo desde siempre. Esto no impedirá que el próximo gobierno deba enfrentar duros desafíos entre los que sobresalen la inflación y las distorsiones del tipo y del mercado de cambios y las de las tarifas de los servicios públicos. Aun así las oportunidades de mejora son muy relevantes, simplemente dejando de cometer los horrores de política económica vigentes en la Argentina, pero no en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú o Uruguay.

 

(*) Economista – sociólogo. Exministro de Educación de la Nación. Profesor del IAE Business School, la escuela de negocios de la Universidad Austral.

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