jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº3659

Economía | 12 nov 2018

Análisis

Desde hace décadas Aerolíneas Argentinas está en crisis

A pesar de que se siguen usando fondos públicos para cubrir sus déficits, la línea de bandera fue paralizada por sus empleados. En lugar de subsidiar un servicio que usan personas de altos ingresos, hubiera sido socialmente mucho más provechoso destinar esos recursos a reforzar el apoyo a la infancia.


Informe semanal del Instituto para el Desarrollo Social Argentino –IDeSA-

Una vez más, como consecuencia de una acción gremial, Aerolíneas Argentinas tuvo que cancelar una gran cantidad de vuelos perjudicando a miles de personas. En esta ocasión, el servicio se interrumpió de manera intempestiva apelando a la figura de la asamblea. Aprovechando las debilidades de los controles estatales se paralizó el servicio sin declarar una huelga que hubiera dado pie a sanciones a la entidad sindical.

Desde hace décadas Aerolíneas Argentinas está en crisis. Su privatización a inicios de los 90 estuvo motivada por su déficit que demandaba crecientes recursos públicos para subsidiar el desequilibrio. Bajo la gestión privada no mejoró su desempeño. En el 2008, ante una situación terminal, prácticamente por unanimidad y aclamación, tanto el oficialismo como la oposición (muchos de estos últimos hoy son oficialismo en Cambiemos) decidieron la re-estatización. Una derivación de esta decisión es que se retornó a la vieja práctica de usar fondos públicos para cubrir los desequilibrios de Aerolíneas Argentinas.

Para evaluar la equidad de estos subsidios es relevante compararlos con otra iniciativa que también goza de amplio consenso entre las fuerzas políticas, como es la Asignación Universal por Hijo (AUH). Según datos del Ministerio de Hacienda, entre los años 2008 y 2017, se observa que a precios actuales:

• Aerolíneas Argentinas recibió del Tesoro nacional $ 150 mil millones.

• La inversión en la Asignación Universal por Hijo ascendió a $ 526 mil millones.

• Es decir que el Estado gastó en Aerolíneas Argentinas el equivalente a un tercio de lo que invirtió en la Asignación Universal por Hijo.

Estos datos alcanzan para dar una idea del enorme daño social que provocó la decisión de utilizar fondos públicos para subsidiar Aerolíneas Argentinas. Si el Estado no se hubiese hecho cargo de sus desequilibrios, se podría haber aumentado en un 30 % el monto de la AUH durante toda la década en la que este programa asistencial vino operando. Es decir que para preservar los intereses de los empleados de la empresa se usaron recursos que podrían haber tenido un impacto social mucho mayor de haberse destinado a reforzar el principal programa destinado a asistir a la infancia pobre.

En defensa de la línea aérea de bandera se usan variados argumentos, incluso razones patrióticas. Pero el alto valor simbólico y el cariño por Aerolíneas Argentinas no justifican usar fondos públicos para sostener su funcionamiento.

Lo que corresponde es que la empresa incorpore en sus tarifas todos los costos que requiere su operación, incluyendo los derivados de las beneficiosas reglas laborales que disfrutan sus empleados (como las licencias por días de cumpleaños y los pasajes gratis para los familiares). Si los argentinos realmente tienen un especial sentimiento patriótico por Aerolíneas Argentinas lo demostrarán pagando la mayor tarifa. Si la valoración no es tan intensa como para soportar tarifas mayores, deberán los empleados esmerarse por ofrecer mejores servicios o eliminar algunos de los privilegios que disfrutan.

Un planteo más racional trata de justificar los subsidios por el lado de garantizar la cobertura de rutas no rentables. Si este fuera el caso, es decir que existe una razón estratégica para mantener vuelos a destinos donde no es posible cubrir los costos con tarifa, corresponde estipular un subsidio explícito para esos trayectos. Estos fondos no deberían ser direccionados automáticamente a Aerolíneas Argentinas sino a las empresas públicas o privadas que estén dispuestas a cubrir esos tramos al menor costo posible.

Los esfuerzos del Estado en materia de transporte aéreo tienen que estar concentrados en garantizar transparencia en el mercado, infraestructura y seguridad. Que haya una línea de bandera pública, no tiene que depender de los subsidios del Estado, sino de la decisión de sus empleados y los usuarios.

Negarse a usar fondos públicos para beneficiar a una empresa aérea tiene poco de ideológico y mucho de sentido común y justicia social, tal como lo demuestran las actitudes de los expresidentes José Mujica en Uruguay ante la crisis de la empresa Pluna y Barack Obama ante la crisis de American Airlines.

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