viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº3660

El Fierro | 13 nov 2014

Opinión

El 20 de noviembre, jornada de lucha nacional

Paros, piquetazos, movilizaciones y actos multisectoriales en el Día de la Soberanía reclamando un bono de emergencia de $4.000 para trabajadores ocupados, desocupados y jubilados. ¡Basta de entrega del petróleo y demás recursos nacionales! La semana política desde la mirada de Ricardo Fierro.


La bronca de los inundados

El temporal y la sudestada han provocado un desastre en las barriadas del Gran Buenos Aires próximas a arroyos y ríos, y en los distritos costeros del río de la Plata. Cientos de familias perdieron todo lo que le costó años de trabajo y sacrificio. Escuelas destruidas. Barrios enteros siguen sin electricidad, ni agua potable, y la suba de las napas desborda los pozos negros.

El gobierno de Scioli, manso ante el gobierno kirchnerista, nunca reclamó, por la pesificación del Fondo de Reparación Histórica del Conurbano Bonaerense que debió ser usado para obras en beneficio de la población trabajadora del Gran Buenos Aires. El gobierno de Néstor y Cristina K, con la inflación, licuaron ese fondo, de hecho se lo adueñaron, y miran para otro lado cada vez que una catástrofe castiga a esas masas. Prometen una ayuda miserable mientras en el Presupuesto provincial destinan $15.000 millones al pago de deudas, muchas que no resisten una auditoría.

La solidaridad entre los que no tienen nada ha sido extraordinaria, y fue unida a piquetes y cortes de ruta que se extendieron por Tigre, Matanza, las vías ferroviarias en Pilar-Malvinas (y en el Roca), la cuenca de los ríos Luján, Areco y Bragado, Echeverría, Quilmes, Varela, Berazategui, parte del Gran La Plata y otros lugares, exigiendo respuestas a funcionarios nacionales y provinciales.

El ajuste K

Este año ya suman alrededor de 600.000 despidos. La mitad fue reconocida por el Banco Central por el cierre de cuentas sueldo. La otra mitad son contratos basura “no renovados” o trabajadores en negro. Automotrices como Renault, Fiat y Volkswagen aplican suspensiones. Cae la producción de la industria desde hace más de un año; se sigue hundiendo la construcción, el comercio y el consumo. Y el gobierno se opone a una ley que prohíba despidos y suspensiones.

La presidenta habla de planes y obras que, en muchos casos, anunció hasta 10 veces. El gobierno sigue ocultando, mintiendo y provocando el aumento de la inflación, que pasó el 40% anual, achicando los salarios. Más de 5 millones de jubilados cobran la mínima. En los desocupados crece el hambre. Pero el gobierno K se opone a que haya un bono de $4.000, como mínimo, para salarios, jubilaciones y planes sociales.

Gobiernos K como el del Chaco, o aliados como el de Neuquén, expulsan a campesinos pobres y originarios de sus tierras para beneficiar a la rosca sojera o las petroleras. No hay medidas de emergencia reales para los pequeños y medianos ganaderos que han perdido medio millón de animales con las inundaciones o las sequías, y han desparecido 7.000 tambos; ni para las producciones regionales en crisis.

La deserción escolar es enorme en escuelas, colegios y universidades. Crecen los jóvenes que no pueden estudiar ni consiguen trabajo y, sin futuro, caen en las redes de la droga y la trata.

Represión y entrega

La política del gobierno K está descargando brutalmente la crisis y la inflación sobre los trabajadores y el pueblo. A diario el gobierno reprime alguna protesta. Agita el fantasma de “los saqueos” mientras preparan más fuerzas de la Gendarmería para la represión, regalándole las fronteras a la droga, la trata y demás mafias, que han vuelto un infierno la vida en los barrios populares. Cada semana decenas de luchadores populares son procesados criminalizando las justas protestas populares. Para completarla, la presidenta lanzó una campaña de odio a los inmigrantes, típico de las derechas más reaccionarias.

La ley petrolera K regala el petróleo hasta su agotamiento a los monopolios imperialistas yanquis, chinos, rusos, ingleses y franceses. Comenzó a revelarse que esa ley se hace cargo de todas las exigencias de Chevron, en el acuerdo que era secreto, que establece “la modificación a la legislación existente”, y cuáles debían ser esas modificaciones. Lo mismo ocurrió con la ley que exigieron las telefónicas, y el gobierno K hizo aprobar, que les entrega el monopolio de la telefonía, la TV por cable e Internet, a cambio de adelantar dólares en la licitación de la red digital 4G. Las leyes petrolera y de telefonía profundizan la dependencia, entregando sectores estratégicos para nuestro futuro como nación.

El discurso oficial “progresista, nacional y popular”, ya no se sostiene. Los hechos muestran al gobierno K actuando de intermediario para la penetración del capital imperialista. Lo que lo diferencia de otras derechas, es que forcejea con los yanquis en función de su alianza estratégica con los imperialismos chino y ruso. No forcejea en todo, como se ve en el acuerdo petrolero con la Chevron.

El plan K, y las enseñanzas del Encuentro

El gobierno K protagoniza una ofensiva para conservar poder hasta el final de su mandato, y ser la principal fuerza política luego de las elecciones, cualquiera sea su resultado. El acercamiento de La Cámpora a Scioli va unido a la fórmula: “Scioli al gobierno, Cristina al poder”.

Los acuerdos con China y Rusia, y leyes como la petrolera y la de telefonía, consolidan las alianzas del sector del bloque dominante que ha gobernado con los Kirchner. La acelerada reforma de códigos en la Justicia, busca bloquear la judicialización de la corrupción K, para blanquear la fortuna amasada por su grupo económico. Listas K de senadores y diputados serán la herramienta para dominar el Congreso. Una fuerza propia en el aparato de seguridad, militar y de inteligencia le dará poder de fuego.

La otra pata del plan kirchnerista es una brutal ofensiva para cooptar (es decir: comprar dirigentes políticos y sociales), dividir las organizaciones que no controla; y usar el Estado para consolidar las que controla. Ya habían dividido a la CGT y a la CTA (ahora trabajan para copar o dividir ATE), armaron una FUA paralela, lograron (con el apoyo del gobierno de Santa Fe) frenar el Congreso de FAA, avanzaron sobre la juventud, el campesinado, crearon organizaciones de empresarios y comerciantes, y acaban de intentar copar el Encuentro Nacional de Mujeres.

Sería un grave error subestimar la peligrosidad de esta ofensiva. Al mismo tiempo, en cada una de esas “operaciones” para copar las organizaciones sociales el creciente descontento, la bronca y las luchas, limitaron o pudieron contener, en diverso grado, los objetivos K. Ahora, la realización exitosa del 29 Encuentro Nacional de Mujeres, manteniendo el espíritu de esos Encuentros, sobre la base de una masividad que mostró el gran avance de los movimientos de mujeres, y una gran batalla de las encuentreras, pudo derrotar la ofensiva para subordinar su Encuentro a Cristina K, y teñirlo de un tono opositor. Las mujeres demostraron que se puede derrotar políticamente al kirchnerismo.

Dos batallas políticas

El gobierno da como propias las conquistas de la lucha popular, agita el fantasma de los saqueos para justificar la represión, matones como Pignanelli aíslan y patotean las luchas. Además, hace campaña con que “los que vienen son lo peor, van a liquidar lo bueno que hizo este gobierno”. A sectores combativos les dice: “en el 2016 vamos a estar juntos en la calle”.

Lo que busca el gobierno es paralizar las luchas que recorren el país, para que pase su ajuste y copar los movimientos sociales.

Las otras derechas, rivales del kirchnerismo, también juegan de bomberos de las luchas para dejar que el gobierno haga su ajuste; y preparan sus planes de devaluación y nuevos ajustes que ya reconocen que durarán varios años.

Frente a ese escenario, las fuerzas obreras y populares tienen dos batallas: encabezar las luchas trabajando para la unidad multisectorial en un plan de lucha; y construir un frente popular que fogonee el plan de lucha y proyecte una fuerza en las elecciones que exprese en las urnas lo que está en las calles.

Vamos por más

Cada paro nacional exigió una gran batalla política. Ahora, luchan los bancarios, petroleros y estatales, paran los docentes bonaerenses, etc. Un paso adelante es la jornada nacional, con piquetazos y actos multisectoriales el 20, día de la soberanía nacional. También la jornada piquetera del 26, que une los reclamos de los desocupados. La bronca desde abajo presiona para el plan de lucha, que arranque con un paro nacional activo multisectorial de 36 horas o una Marcha Federal.

Construir un gran frente popular exige una gran batalla política. El PTP conquistó su personería nacional y en 6 provincias, y realizó su lanzamiento nacional y en varios lugares. Son triunfos: le abrimos la mano a la política proscriptiva K. Pero no es suficiente. Romper la trampa proscriptiva de las PASO, instalando el PTP, su programa y sus candidatos, y la necesidad del frente popular, exige ganar la personería en la Capital Federal y todas las provincias.

Los acuerdos con UP y Emancipación Sur, y las conversaciones con otras fuerzas de izquierda, progresistas y peronistas, son otro paso muy importante hacia el frente popular. Pero tampoco son suficientes. Es necesario que el frente popular se abra paso, con sus posiciones que confronten con la política K de ajuste y entrega, y desnuden a las otras derechas, y le abran las puertas a cientos de luchadores como candidatos en sus listas a todos los niveles.

Triunfar en estas dos grandes batallas políticas es una necesidad para amplias masas de trabajadores y el pueblo que no quieren quedar prisioneros del chantaje de optar por el mal menor: quieren defender lo conquistado e ir por más. Así, además, se prepara al pueblo y a las fuerzas antiimperialistas para que, en cualquier escenario, avancemos en un camino liberador.-

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