Espectáculos | 15 jun 2017
Entrevista
La Chicana y un encuentro desprejuiciado entre el tango y la música popular
En diálogo con ANDigital, la cantante Dolores Solá habla del pase de “antorcha generacional” en el 2 x 4 y de la milonga de jeans y zapatillas. La canción de Charly García que eligieron versionar como símbolo de una propuesta artística y las cualidades del gótico surero rioplatense que abordan en su último disco.
LA PLATA-BUENOS AIRES (ANDigital) La Chicana continúa presentando sus dos últimos discos La Pampa Grande y Antihéroes y Tumbas, además de un recorrido por dos décadas de trayectoria musical.
Con Sebastián Zasali en bandoneón; Carolina Rodríguez en violín; Agustín Barbieri en percusión; Patricio Cotella en contrabajo; Acho Estol en guitarra y dirección y Dolores Solá en voz, se estarán presentando el próximo viernes 23 de junio en El Teatro Bar de La Plata, para hacer comulgar al tango con el folklore e invitando a la mesa a los ritmos del norte y litoral argentino como chamamé, chamarrita y chacarera, como así también a canciones extranjeras.
Buceando en los orígenes de la agrupación y anticipando el concierto en la ciudad de las diagonales, ANDigital dialogó con la cantante de La Chicana.
Tras 20 años de trayectoria, es factible realizar una retrospectiva, ¿cómo era la escena tanguera en el momento de la irrupción de La Chicana? Habida cuenta de cierta reticencia para con “lo nuestro”, sobre todo en aquellos años de tilinguería a flor de piel…
Cuando empezamos con La Chicana la escena del “nuevo/joven tango” era muy reducida, empezaban grupos como La Postango, Las Muñecas, El Arranque, Tangachas y compositores como El Tape y Juan Vatuone, pero no mucho más.
Sin embargo algo estaba naciendo y lo notabas en la milonga, pibes en jean y zapatillas conviviendo en la pista con expertos bailarines de barrio; viejos jubilados abrazando bailarinas de ballet contemporáneo que podían ser sus nietas. Había un pase de antorcha generacional, avidez por enseñar a los pibes y avidez por aprender de los viejos.
La milonga te atrapaba, te enamoraba, se percibía que algo importante culturalmente estaba ocurriendo en ese preciso momento y que vos eras protagonista. Allí nació La Chicana, primero animándonos a la guardia vieja, enseguida a las composiciones de Acho y ahí nomás a hermanar el tango con el folklore, a “corromperlo” con instrumentos no tradicionales, a juntar a Tom Waits y a Charly con Celedonio, Troilo y Tuñón...
Y en ese transcurrir, ¿se puede hablar de “vitalidad” de la música ciudadana? O más aún, de la música popular argentina, teniendo en cuenta los horizontes que fue ampliando La Chicana.
Desde el principio le dimos mucha importancia al concepto de música popular argentina, a la necesidad de reconocer ese territorio en común entre el tango, el folklore y el rock nacional.
Ya en nuestro primer disco hay -además de tangos, valses y milongas- un chamamé con guitarra eléctrica y otros guiños hacia ese encuentro, y aún antes de empezar La Chicana estábamos en experimentos de ese tipo.
Hacia fines de los 90 ya se hizo evidente para casi todos que la escena del rock era más un territorio cooptado por lo comercial que un terreno fértil para algo original o contracultural y creo que fue algo bueno porque a partir de ahí se empezó a revalorizar la música de raíces, lo folk en general como punto de partida para una música actual que nos represente territorial y generacionalmente.
Hay vitalidad en la música ciudadana y popular en general porque aparecen alternativas al sonido del rock internacional: hay un rock tanguero y un rock folklórico y un nuevo tipo de cancionero rioplatense que nacen de esa necesaria mirada más localista. Es como una reacción del arte a la globalización, buscar inspiración en las raíces y resignificarlas.
Se nos ocurre que no es para nada azarosa la elección de “A los jóvenes de ayer” de Serú Girán para versionar una canción de Charly García. Su letra, la era de la dictadura tecnológica que nos atraviesa, el dejá vù noventista ¿Hay algo de ello? O simplemente fue por un gusto particular con el tema.
Siempre fue un tema fetiche, lo queríamos grabar por su música a la vez tanguera y de vanguardia, con sus guiños salganianos, su letra tan certera y tierna con respecto a esos personajes que se siguen viendo pasear por SADAIC.
Después de grabarlo nos dimos cuenta de que esa canción era un símbolo en sí misma del encuentro desprejuiciado entre el tango (tal vez la música más celosamente protegida por sus “académicos”) y el rock y la música popular, que pueden adquirir cierto vuelo académico sin entrar en lo solemne.
Es un ejemplo perfecto de lo que nos gusta de la música popular argentina: la ida y vuelta entre el rock y el tango, lo improvisado y lo académico, lo nuevo y lo tradicional.
En torno a vuestro último trabajo, ¿cuáles serían los rasgos del “gótico surero”?
Reconocemos un “gótico surero” rioplatense con características parecidas al “gótico sureño” norteamericano, como cultura de un tiempo y un paisaje, reconocida en el cine y la literatura nuestra.
Cultura marcada por las grandes extensiones, las diferencias sociales con características casi feudales; la presencia de lo religioso como superstición, con íconos como la Difunta Correa, el Gauchito Gil, San La Muerte, apariciones demoníacas como la Chanca Blanca, la Luz Mala, la Mulanima. Esto lo podemos ver presente en Borges, Felisberto Hernández, Esteban Echeverría, quizás El Matadero sea la primera obra de un gótico nuestro. Las historias de Antihéroes y Tumbas responden a este imaginario.
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La Chicana en La Plata
Viernes 23 de junio, a las 21
El Teatro Bar, calle 43 entre 7 y 8
Entradas en las boleterías de la sala (de 15 a 20 horas) y por sistema Plateanet.-