Si bien sus salones reviven los lujos de la sociedad porteña que fundó la institución en 1852, a la usanza de" /> Si bien sus salones reviven los lujos de la sociedad porteña que fundó la institución en 1852, a la usanza de"> Si bien sus salones reviven los lujos de la sociedad porteña que fundó la institución en 1852, a la usanza de" /> Nueva etapa en el Club del Progreso con su remozado restaurante - ANDigital
viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº3660

Interés general | 20 jul 2014

Gastronomía

Nueva etapa en el Club del Progreso con su remozado restaurante

Si bien sus salones reviven los lujos de la sociedad porteña que fundó la institución en 1852, a la usanza de los europeos, el lugar tiene algo contemporáneo y bien actual: la pasión por la calidad de insumos, la selección esmerada de productos, la cava propia, el humidor con puros cubanos, el bar nutrido con destilados de todos los rangos, las copas con los nombres de sus dueños y los platos orientados a despertar la más noble gula rioplatense.


CAPITAL FEDERAL (ANDigital) El restaurante del histórico Club del Progreso reabre, orgulloso, sus puertas, de la mano de un empresario gastronómico porteño y con troupe de cocina renovada y puesta en valor del edificio, recuperando no sólo boiserie y pisos originarios sino esa antigua atención esmerada, fruto exquisito del joven equipo de profesionales a cargo, que pone el acento en el servicio de excelencia al comensal.

El hermoso palacete del Club, construido por los arquitectos Pablo Lanús y Eduardo Hary para la familia Duhau, devela el paso a una época dorada: entrada para carruajes, techo con lucarna vidriada, barandas de hierro y pasamanos de bronce, columnas dobles y arañas con caireles, que dejan suponer, mientras se llega a los salones del restaurante en el piso superior, los bailes y tertulias, el debate de ideas, los conciertos y el paso de los diecisiete Presidentes de la República que fueron socios.

Si bien sus salones reviven los lujos de la sociedad porteña que fundó el Club en 1852, a la usanza de los europeos, el lugar tiene algo contemporáneo y bien actual: la pasión por la calidad de insumos, la selección esmerada de productos, la cava propia, el humidor con puros cubanos, el bar nutrido con destilados de todos los rangos, las copas con los nombres de sus dueños y los platos orientados a despertar la más noble gula rioplatense.

¿Quién cocina? el chef Lisandro Botti, que además de foguearse en espacios prestigiosos como el Alvear Palace y Sottovoce trabajó en los mejores restaurantes del país, y recrea, ostentosamente, los platos preferidos no sólo de los socios más célebres del Club del Progreso, como Roque Sáenz Peña, Domingo Faustino Sarmiento, Carlos Pellegrini o Bernardo de Irigoyen, sino de los paladares de todas las épocas, gustosos del celebrado cochinillo del Progreso, hecho en horno de barro; del gran puchero con técnicas de las bisabuelas; el clásico revuelto Gramajo y la entraña entera al grill.

También el bife de chorizo de novillo mestizo con papas rellenas; las costillitas de cordero en corte francés; los enormes ribs de cerdo ahumado. Y sino, trucha patagónica en salsa de almendras o spaghetti negros con langostinos, vieyras, calamares y mejillones.

El postre, momento sublime, llega con cheescake de chocolate blanco y salsa de cassis o creme brulee con dulce de leche y crocante de caramelo, servido en cazuela de barro.

Progreso, la palabra mágica que implicaba, para los hombres del 1800, el acceso a la prosperidad. Y que hoy es la oportunidad única de conocer el edificio señorial construido para los Duhau, devenido restaurante que conserva el gusto rioplatense a flor de piel y su mismo fervor por superarse, como soñaron las épicas generaciones que fundaron el país. Club del Progreso, renovado: un ícono de los tiempos dorados.

Siempre en Sarmiento 1334. Reservas al (011) 4372 3380-3350. Consumo promedio: $ 200. Estacionamiento sin cargo en Sarmiento 1358. (ANDigital)

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