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Interés general | 28 jul 2018

Salud

Hepatitis C, una epidemia silenciosa

El doctor Manuel Mendizábal, docente de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, profundiza sobre esta enfermedad, sus síntomas, tratamientos y la importancia de los controles en poblaciones de riesgo.


CAPITAL FEDERAL (ANDigital) La infección por el virus de la hepatitis C (VHC) puede causar una inflamación del hígado llamada hepatitis. Su gravedad varía entre una dolencia leve que dura algunas semanas, y una enfermedad grave de por vida.

El doctor Manuel Mendizábal (MN 110.088), docente de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y médico hepatólogo del Hospital Universitario Austral, explica que, luego de infectarse, mientras aproximadamente un 15 % de las personas elimina el virus espontáneamente, el 85 % restante desarrolla infección crónica. “Y en estos casos el riesgo de cirrosis hepática a los 20 años es del 15-30 %”.

Según la OMS, se estima que hay en el mundo 71 millones de personas con infección crónica por VHC y que cada año mueren unas 399 mil personas por esta enfermedad por cirrosis y/o cáncer hepático.

Si bien la VHC es prevalente en todo el mundo, Argentina no cuenta con estadísticas precisas. “Sin embargo, se estima que la prevalencia puede oscilar en alrededor del 1 %, lo que correspondería a 400 mil personas infectadas aproximadamente. Existen numerosas cepas (o genotipos) del VHC, cuya distribución es variable según la región”, profundiza el galeno.

Transmisión, síntomas y diagnóstico

El VHC se transmite por la sangre, es por ello que las vías de transmisión más frecuentes son la utilización de drogas inyectables compartiendo las agujas y jeringas, o procedimientos médicos inseguros con inadecuada técnica de esterilización y transfusiones de sangre.

Con respecto a la tasa de transmisión del VHC por vía sexual o de madre a hijo, el especialista de la Facultad de Ciencias Biomédicas sostiene que es baja. “La hepatitis C no se transmite a través de la leche materna, los alimentos o el agua, ni por contacto ocasional, por ejemplo, abrazos, besos y comidas o bebidas compartidas con una persona infectada”, asegura Mendizábal.

El período de incubación de la hepatitis C puede variar de dos semanas a seis meses. 2Tras la infección inicial, aproximadamente un 80 % de los casos no presentan síntomas. Aquellos con sintomatología aguda pueden presentar fiebre, cansancio, inapetencia, náuseas, vómitos, dolor abdominal, orinas oscuras, heces claras, dolores articulares e ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos)”, explica el doctor.

Luego sostiene que “en algunos casos, la infección crónica por VHC puede afectar otros órganos independientemente del grado de afección hepática conocida como manifestaciones extrahepáticas. En muchas oportunidades son indicación de tratamiento antiviral inmediato. Las manifestaciones extrahepáticas más frecuentes son: crioglobulinemia, enfermedad renal, linfoma no-hodgking y liquen plano”.

Dado que la infección aguda por el VHC es generalmente asintomática, pocos son los casos diagnosticados en esta etapa. A menudo, la infección crónica por el VHC también queda sin diagnosticar porque se mantiene asintomática hasta décadas después, cuando aparecen síntomas secundarios al daño hepático grave.

La infección con el VHC se diagnostica en dos etapas:

La detección de anticuerpos anti-VHC con una prueba serológica revela la infección.

Si los anticuerpos anti-VHC son positivos, para confirmar la infección crónica se necesita una prueba que detecte el ácido ribonucleico (RNA) del virus.

Una vez diagnosticada una hepatitis C crónica se deberá evaluar el grado de daño hepático (fibrosis o cirrosis). Esto puede hacerse por biopsia hepática o por diversas pruebas no invasivas como la elastografía hepática.

El doctor Mendizábal manifiesta que se debe realizar una prueba de laboratorio para identificar el genotipo del virus: “hay seis genotipos del VHC, y su respuesta al tratamiento es diferente. En nuestro país, el genotipo 1 es el más frecuente seguido por los genotipos 2 y 3. El grado de daño hepático y el genotipo del virus se utilizan para orientar las decisiones terapéuticas y la conducta clínica”.

La importancia de los controles

“La VHC es una infección silenciosa que habitualmente no produce síntomas hasta llegar a la cirrosis”, alerta el especialista de la Universidad Austral. El diagnóstico precoz puede prevenir problemas de salud derivados de la infección, y también la transmisión del virus.

“Actualmente la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH) sugiere realizar el test en todas las personas al menos una vez en la vida siendo mandatorio en todos aquellos con algún factor de riesgo de infección”, añade el especialista.

Los grupos de población más expuestos al riesgo de infección por el VHC son:

---) Los consumidores de drogas inyectables o por vía intranasal

---) Receptores de transfusiones sanguíneas, especialmente si fueron previas al año 1992

---) Los niños nacidos de madres infectadas por el VHC

---) Personas cuyas parejas sexuales están infectadas por el VHC

---) Personas infectadas por el VIH

---) Reclusos o exreclusos

---) Personas que hayan tenido tatuajes o perforaciones ornamentales (piercings)

Tratamiento cortos, seguros y altamente efectivos

El objetivo del tratamiento antiviral es la curación y, actualmente, han habido grandes avances. “Con el advenimiento de los nuevos antivirales de acción directa (AAD) las tasas de curación suelen ser superiores al 90 %. La ventaja de los AAD sobre los tratamientos antiguos con esquemas basados en interferón es que son tratamientos más cortos (usualmente 12 semanas), mucho más eficaces y seguros, y mejor tolerados”, concluye Mendizábal. (ANDigital)

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