jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº3687

Panorama Bonaerense | 8 feb 2016

Bitácoras bonaerenses

Al calor de las convulsionadas internas del PJ/K

La fuga de Bossio y los 13 diputados del boque del FpV en el Congreso hicieron tambalear más los cimientos del peronismo/kirchnerismo. Las vertientes que se afianzan en el tablero bonaerense. Destellos de una pelea que recién comienza.


Las secuelas de toda gran derrota electoral siempre son explosivas: pases de facturas, críticas internas, catarsis individuales y colectivas, shocks, e incluso traiciones. El FpV/PJ va asimilando la realidad, esa que mediante golpazos, recuerda todos los días que ya no están más en el poder. En la provincia el sopetón es más profundo, más doloroso, más costoso de aceptar, fueron 28 años, nada más y nada menos. El poder en manos de otro genera confusión, genera dispersión y, en el peronismo/kirchnerismo, provoca que las tradicionales internas se tornen más tensas. Un clásico de la política.

La fuga de Diego Bossio y otros 13 diputados del bloque del FpV en el Congreso Nacional (muchos afirman que se trata lisa y llanamente de una “traición”) revolucionó aún más las caldeadas internas que el peronismo/kirchnerismo empezó a gestar al momento de conocerse la derrota de Daniel Scioli en el ballotage del 22 de noviembre de 2015. Un movimiento que sin dudas afecta en gran medida a ese bloque ya que deja de ser la primera minoría en el Parlamento, deja ese lugar a Cambiemos y con ello un camino legislativo más ancho a Mauricio Macri para poder aprobar leyes que necesite su administración. El antecedente más cercano se produjo en la provincia de Buenos Aires, con la partición del bloque del FpV en el Senado. Sin embargo, en ese hecho que sucedió a fines del año pasado, las acusaciones de “traición” no sobrevolaron esa ruptura. Más bien ocurrió -al menos en los papeles- por las pujas internas entre pejotistas y cámporas, en la pelea para nombrar al presidente de bancada y sus autoridades. Las mismas disputas suceden en el bloque de Diputados, donde durante toda la larga discusión sobre el Presupuesto 2016 de María Eugenia Vidal, la bancada estuvo más de una vez al borde de la partición, por los mismos motivos que en la Cámara Alta. Temblores expansivos.

Bajo este marco, ¿por qué la ruptura de Bossio y sus trece pares es considerada como una traición? En primer lugar, en la conformación del mapa político en un Congreso que aún no está activo, el movimiento de Bossio tiene más que ver con una fuga del espacio que con una partición por problemas internos o de carteles. Es ahí donde las figuras de Sergio Massa y el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, aparecen como los padrinos de la fuga del extitular de la ANSES. Fue en el asado que estos tres dirigentes compartieron a principios de enero en la casa del tigrense en Pinamar. Allí se habló de la “necesidad de garantizar la gobernabilidad del nuevo presidente”, un slogan que Massa utiliza desde que asumió Macri para justificar el co-gobierno que se pactó para la provincia de Buenos Aires y -con menor incidencia- para la Nación. Urtubey, quien gustoso compró el plan de Massa pretende ser el engranaje del tigrense para poder competir por la jefatura del PJ Nacional si es que se realizan las elecciones el próximo 8 de mayo. En otras palabras, Bossio tiene casi firmada su incorporación al Frente Renovador, aunque sea de una manera indirecta. El cambio de camiseta no es ninguna novedad en la política argentina. Cuando se abre la temporada de pases más de un político no duda en cambiar de bando por conveniencias personales, y hay hasta los que se van un tiempito y arrepentidos vuelven al mismo espacio. Pensar que la fuga de Bossio fue sorpresiva es inocente, el asado de enero fue el anuncio claro de que algo se venía. Sin embargo, las señales de este joven político de 36 años empezaron a florecer el año pasado en el fragor de la campaña del ballotage. Bossio no dudó en acercarse a Scioli y aceptar su oferta para ser su Ministro de Infraestructura (algo que nunca pasó, claro), sino que fue uno de los más fervientes en aconsejar a Scioli para que “se despegue” de la figura de Cristina Kirchner. Malas señales en el horizonte.

La “traición” de Bossio caló hondo en La Cámpora y el kirchnerismo duro, desde donde en una jugada por demás deplorable publicó en su cuenta de Facebook el número celular del actual diputado nacional, por el cual recibió infinidad de insultos que lo llevó a tener que cambiarlo. Si bien Bossio nunca militó en la agrupación kirchnerista, siempre deambuló por sus periferias y hasta se mostró de acuerdo con muchas de sus políticas. Su gen kirchnerista no era puesto en duda hace tan sólo un año. Comandó el Grupo Gestar, un espacio creado por Néstor Kirchner donde confluyeron los políticos del llamado “ala dura del kirchnerismo”, también fue muy cercano al grupo de intendentes sub-45 “Los Oktubres”, desde donde incluso le pusieron muchas fichas a sus proyecciones como candidato a gobernador bonaerense, la cual tiempo después fue el primero en desistir ante el pedido de “baño de humildad” que pidió Cristina. Su figura, claro, fue catapultada por ser la cara visible de la ANSES, sobre todo en lo que respecta al Plan Procrear. Datos que sólo quedan para CV.

Pero no sólo los movimientos del tridente Massa-Urtubey-Bossio son los que sacuden los cimientos del PJ. En la provincia de Buenos Aires, el escenario principal donde se definen y definirán las venturas electorales futuras, el FpV/PJ que aun con sus matices se encuentra en la misma esfera tiene al menos tres vertientes que vislumbran pelear por la jefatura del Partido Justicialista y encarar el periodo de renovación para disputar las elecciones legislativas del 2017. En un extremo, están los “intendentes dialoguistas” (comandados por Martín Insaurralde) que quieren ser parte de la pelea (algunos los acusan de ser “funcionales a Macri y a Vidal). Estos alcaldes mantienen una posición de permanente diálogo con Vidal y fueron uno de los factores de presión para que se destrabe la pelea por la aprobación del Presupuesto bonaerense 2016. Incluso esta semana que pasó, en Lomas de Zamora, en la casa del marido de Jesica Cirio, el anfitrión junto a los jefes comunales Fernando Gray (Esteban Echeverría), Juanchi Zabaleta (Hurlingham), Ariel Sujarchuk (Escobar), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Gabriel Katopodis (San Martín) y Gustavo Menéndez (Merlo), compartieron un asado con “Mariu, su ministros Federico Salvai (Gobierno), Cristian Ritondo (Seguridad) y Santiago López Medrano (Desarrollo Social), donde coincidieron en dialogar de cara al escenario político 2016. En el segundo bando se encuentran los “del medio”, que se muestran cercanos a Scioli y que son comandados por Fernando Espinoza y su delfín, la actual intendenta de La Matanza, Verónica Magario. En el otro extremo están La Cámpora y los intendentes más ultra-K, que son referenciados por los alcaldes Juan Patricio Mussi (Berazategui), Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Walter Festa (Moreno). Por ahora, todos estos espacios resaltan la figura de Néstor y los doce años de kirchnerismo, con matices los “dialoguistas” y los “del medio” destacan la figura de CFK, aunque con reparos y muchas críticas por lo bajo, y los del kirchnerismo duro (algunos los denominan “cristinistas”) reafirmar el liderazgo de la expresidenta por sobre todas las cosas. Estos tres sectores por ahora conviven dentro de la tensa aldea del FpV/PJ. En el fondo saben que la división y el fraccionamiento no son convenientes para ninguno. Una necesidad de supervivencia.

Con ese clima, y con la fuga de los 14 diputados recién salida del horno, realizó la cumbre del PJ en la tradicional sede de la calle Matheu 130 en Capital Federal. El clima fue tenso, comenzó con un fuerte rumor de que Aníbal Fernández (que mostró una llamativa barba) se trenzó a trompadas con Julián Domínguez, su exrival de las PASO por la Gobernación. Los discursos fueron de todos los colores, hubo quienes reclamaron responsables por las severas derrotas en la provincia de Buenos Aires y en la Nación, otros que resaltaron “haber perdido por dos puntos”, como también para los sorpresivos mesurados que pidieron “esperar el efecto de las medidas de Macri”. Por ahora, la unidad sigue sobreviviendo, el PJ Nacional volverá a reunirse el 24 de febrero. Los ánimos siguen tensos, los pases de factura no se pusieron en forma total sobre la mesa. Muchos piensan -en el fondo- seguir los pasos de Bossio y compañía. Otros apuestan a asimilar ser oposición y reconstruir el espacio para volver al poder. Están también los que a tono con la “revolución de la alegría”, quieren adaptarse a los nuevos tiempos y construir con otros matices. Están los otros que quieren emular a Augusto Timoteo “el lobito” Vandor y su “peronismo sin Perón” y reactualizarlo en un “kirhnerismo sin Cristina”. El fantasma de fragmentación sobrevuela en la atmósfera del FpV/PJ, un hecho que de realizarse tendría como único y mayor beneficiado a Macri. Es de manual el “divide y reinarás”, y contar con una verdadera oposición dividida sería un buen menú sobre su mesa. En este escenario aún no apareció Cristina, quien en su último discurso hizo explotar de gente la Plaza Mayo. Cómo, dónde y cuándo aparezca en la escena política será fundamental para ver cómo sigue la novela del peronismo/kirchnerismo. El peronismo/kirchnerismo vive su catarsis de ya no estar más en el poder.-

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