miércoles 17 de abril de 2024 - Edición Nº3679

Panorama Bonaerense | 22 ago 2016

Bitácoras bonaerenses

El espanto común, el peronismo y sus destellos de unidad

Los dilemas del FpV-PJ de cara al escenario electoral 2017 comienzan a aunar causas y fuerzas en un mal que puede afectar su supervivencia y sus deseos de retornar al poder.


Los fantasmas comenzaron a sobrevolar la convulsionada aldea peronista, generan temores comunes, malos ensueños que afectan a todos, el tufo a una nueva derrota se impregna en las sensaciones. Al peronismo, que por ahora sigue confluyendo en lo que aún es el FpV-PJ, le cuesta sobrellevar el cachetazo de las elecciones perdidas en 2015, sobre todo el de la provincia de Buenos Aires, ese territorio donde supieron ser amos y señores por casi tres décadas. El tiempo corre, un nuevo desafío se acerca, alumbra sobre el horizonte, y las voces de alerta empiezan a sonar con más fuerza: es necesario un reordenamiento. Los dilemas del peronismo.

Hasta hace poco más de quince días, las variantes de la resquebrajadura del peronismo deambulaban por distintos espacios y territorios, con diferencias de criterios, de discursos y hasta de posicionamiento en cuanto a qué tipo de oposición ser a Mauricio Macri y María Eugenia Vidal. Sin embargo, ese espanto que asoma en la fisurada tropa peronista parece haber provocado intentos de unión ante una amenaza común. En la semana que pasó distintos movimientos se desarrollaron sobre el tablero político del Partido Justicialista (PJ). Ese síndrome de abstinencia de poder que aquejó al peronismo y el trauma que fue haber perdido las elecciones bonaerenses, muestran pequeños destellos de superación. El reordenamiento tan ansiado que busca el FpV-PJ tiene sus variantes, el llamado “Grupo Esmeralda” que comandan los intendentes Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) y Gabriel Katopodis (San Martín), junto a una camada de otros alcaldes, irrumpió en la escena con las intenciones manifiestas de lograr una “renovación irreversible” del peronismo y que sean los intendentes los abanderados de ese propósito, incluso se atrevieron a hablar de “ciclos cumplidos”. Pero no son los únicos, también está sector del PJ bonaerense institucional, comandan su titular, Fernando Espinoza, y la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, entre otros, que mantienen lineamientos más complacientes hacia el kirchnerismo y son más críticos a la gestión de “Mariu”. También suman su presencia en esta mesa de discusión los alcaldes K que son referenciados en Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Juan Patricio Mussi (Berazategui), entre otros, quienes no reniegan del cercano pasado y reivindican al liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner. Las variables del peronismo posderrota.

Esas diferencias, los pre-armados políticos que se generan y los distintos cónclaves públicos y privados, fueron parte de la escena del peronismo en los últimos meses, esos meses difíciles, de trauma y asimilación del hecho de ya no ser el poder. En los tiempos que ahora corren, con esas variables sobre la escena, uno de los factores que prendió el radar del PJ Bonaerense y Nacional fue la cumbre de Castelli que realizó con bombos y platillos el “Grupo Esmeralda” a principios de agosto, donde acordaron y avisaron que lanzarán su espacio formal en septiembre, con las pretensiones de empezar a armar en las ocho secciones provinciales y enfocar sus planes en el tablero electoral 2017. El otro factor que apareció en ese radar es la irrupción con fuerza de Cristina en el escenario político, posicionándose como una de las referentes de la oposición y con distintas entrevistas, actos y recorridas que se llevan la atención de todo el país. Tras el anuncio de los “Esmeralda”, los movimientos de CFK, con el tema central de los tarifazos y la reforma electoral/voto electrónico que pretenden plasmar los gobiernos nacional y bonaerense, todo el peronismo poskirchnerista logró congregarse en tres distintas cumbres esta semana que pasó, dando (o intentando dar) señales de reordenamiento y de destellos de unidad. Los motivos.

Bajo ese marco, el martes intendentes y legisladores del aún FpV-PJ se congregaron en el Senado bonaerense para hablar, discutir y criticar el tarifazo que implementó el Gobierno central, sin embargo ese tema no fue el único de la agenda, también se repasaron los borradores de lo que sería la reforma política, de a poco transformado en ese espectro que le quita el sueño al peronismo. En la postal de la Legislatura, dato no menor, se vio a alcaldes, diputados y senadores de todas las corrientes que tiene el peronismo en la actualidad: Insaurarlde, Espinoza, Juan José Mussi, Julián Domínguez, Ferraresi, entre muchos más, todos sentados en la misma mesa, unidos por una causa o miedo común y olvidando las diferencias que reinan en sus pensamientos. El cónclave no fue pasado por alto, aunque no generó gran revuelo. Pero las tertulias con postales de unidad no quedaron ahí. El jueves se realizaron dos cumbres con fuerte contenido político. La primera fue en el despacho del camaleónico senador nacional Miguel Ángel Pichetto quien, en los últimos tiempos, de repente tuvo un despertar memorioso y lanzó agudas críticas contra Cristina y promovió a Florencio Randazzo y Sergio Massa como los nuevos conductores del peronismo. En esa reunión la comitiva del peronismo bonaerense que arribó al Congreso fue variada: estuvieron presentes Ferraresi, de la rama más K de los intendentes; el PJ Bonaerense institucional, representado por Espinoza y Magario; el intendente de Merlo Gustavo Menéndez, enrolado en el “Grupo Esmeralda”; Domínguez, representando al dominguismo, y los legisladores randazzistas Andrés Quinteros y Patricio García. Allí, según trascendió, hablaron sobre “trabajar juntos por una agenda común a favor de la gente”, pero también, y en voz baja, se habló del temor que hay en el peronismo por la reforma política. Horas después, la llamada “mesa chica” del PJ Nacional se reunió en la sede la calle Matheu para poner sobre la mesa esas preocupaciones principales que le quitan el sueño al peronismo en su conjunto: tarifazos como una problemática coyuntural y, claro, la reforma política/voto electrónico como un problema en el futuro tablero electoral. “Estamos todos de acuerdo con el voto electrónico y lo que vemos es que hay que ir implementándolo en forma gradual, de acuerdo a las realidades de cada provincia. Por ejemplo, hay ciudades del interior que no tienen conectividad para poder funcionar con un sistema como éste”, dijo Magario al finalizar el cónclave. Entre las principales autoridades presentes se encontraron: José Luis Gioja, Daniel Scioli, gobernadores Lucía Corpacci, de Catamarca, y Juan Manuel Urtubey, de Salta; el secretario general de la CGT Alsina, Antonio Caló; su par de UPCN, Andrés Rodríguez, y el de Obras Sanitarias, José Luis Lingieri. También participó el mencionado intendente de Merlo, Gustavo Menéndez; y el de Malvinas Argentinas, Leonardo Nardini; además del presidente del PJ porteño, Víctor Santa María, y del jefe de la bancada en el senado, Miguel Pichetto. Las tres cumbres.

Más allá de los fallos judiciales y de la resolución de la Corte Suprema de la Nación, los tarifazos comenzaron a cimentar una unidad de criterios en todo el arco peronista. Las críticas a estas medidas de Macri que afectan a la sociedad, se desataron desde los sectores de la oposición más dura y blanda del FpV-PJ. Un problema que se escucha en las calles, que lo sufre la sociedad y al que el peronismo no podía estar excento (al menos en los papeles). Pero en lo estrictamente político, en ese primer juego electoral que se avecina de cara al 2017, y que será el primero con Cambiemos en el poder y control de los comicios, es la reforma política/voto electrónico lo que une al FpV-PJ. Es que en las cumbres y tertulias que plasma el peronismo hay un temor a las “vulnerabilidades” y “manipulaciones” que pueda tener el voto electrónico, cuando –sostienen– está siendo cuestionado y dejado de usar en países desarrollados que en su momento lo implementaron. Incluso citan a analistas y afirman que parte de una idea de “cimentar la anti-política”, lograr una “desterritorialización” y con la nacionalización del voto electrónico y su tecnología “descomponer el imaginario romántico de las boletas, fiscales, militantes”. Todos primeros factores que por ahora afectan la “esencia peronista”. No se trata de objetivos comunes, no se trata de elección de liderazgos o formas de armar y conjugar la política, se trata –nada más y nada menos– que de la supervivencia del peronismo y sus principales características, sobre todo, después de una de sus peores derrotas electorales.

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