viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº3688

Panorama Bonaerense | 25 sep 2016

Bitácoras bonaerenses

El dilema del peronismo: ¿Con o sin Cristina?

Las aguas están divididas en lo que aún es el FpV-PJ por la posibilidad de CFK candidata en la provincia de Buenos Aires. Pero esos dilemas, también afectan a Cambiemos y al Frente Renovador.


El décimo mes del año se acerca y trae los anuncios de que el 2016 está vislumbrando su ocaso. El 2017 está cerca y con ello la inevitable configuración de la batalla electoral en la que se sumergirán todos los espacios políticos. En sus mentes, en sus cavilaciones y preocupaciones, el armado electoral ya es protagonista desde hace tiempo y, poco a poco, a medida que el tiempo pasa, la ansiedad comienza a crecer. Este año no fue fácil al peronismo, que aún está formalmente aglutinado en el FpV-PJ. El trauma de la derrota del 2015 caló hondo en su orgullo y le provocó una crisis de existencial. Con altibajos, a los tumbos, con variantes, ese peronismo intenta reordenarse y tratar de llegar a volver a saborear las mieles del poder en el vasto territorio bonaerense. El sueño contemporáneo de los muchachos peronistas.

Ya se ha dicho que los intendentes bonaerenses son los que quedaron con los resabios de poder territorial que en otros tiempos eran hegemónicos y extensos. Los alcaldes, “dueños de los votos” y del territorio, según analistas propios y extraños, intentaron estos nueve meses reordenar y comandar el renacimiento del peronismo. Por un lado, el Grupo Esmeralda fue el primero en asomar. Esos intendentes comandados por Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) y Gabriel Katopodis (San Martín) se posicionaron como la “renovación inevitable” del peronismo. De perfil “dialoguista” y con buenas ondas hacía María Eugenia Vidal, los “Esmeralda” -sin decirlo explícitamente- no quieren saber nada con una candidatura de Cristina Fernández de Kirchner, aunque se ocupan de resaltar los “logros” de los doce años de kirchnerismo. Sueñan con el liderazgo de Florencio Randazzo (el candidato que no fue y que huyó para otra batalla) y hasta tienen como última opción a Sergio Massa. Desde otro lugar, descontentos con el protagonismo del lomense y sus laderos, surgió el Grupo Fénix comandados por Verónica Magario (La Matanza) y Gustavo Menéndez (Merlo), quienes se muestran más cercanos –con reparos– a la estirpe K. No descartan que la expresidenta pueda comandar la boleta a Senadores Nacionales por la provincia de Buenos Aires y tienen una posición más confrontativa con Mariu. Desde el Interior, surgió el último espacio de alcaldes que se presentó en bloque como el Grupo de los Ocho, intendentes de la sexta sección electoral, quienes no se sienten representados por los jefes comunales del Conurbano y rumbean por distintos destinos e incluso, en la semana que pasó, confluyeron en una cumbre en Daireaux con el ministro de Producción, el exmassista Joaquín De la Torre, quien logró su primera muestra de “armador”, pergamino con el que se sumó a Cambiemos. Variantes de un peronismo que busca reordenarse.

Esta semana, CFK plasmó otro movimiento fuerte sobre el tablero bonaerense. En el microestadio de Atenas en La Plata, encabezó un acto de la FULP y entre otras cosas volvió a pedir por la formación de un Frente Ciudadano: “Hace falta crear un frente nacional, popular y democrático, en torno a una unidad como esta que han sabido construir”, dijo ante la multitud. El mensaje de la exjefa de Estado no es casual, son palabras que viene repitiendo en distinto tono desde que volvió a las dos Buenos Aires para ser protagonista del tablero político bonaerense. Su presencia es foco de todos los medios, cada palabra o acto que hace rebota en todos los portales periodísticos y despachos políticos. El lunes 19, Cristina se reunió con algunos intendentes del Grupo Fénix para hablar sobre la coyuntura política y económica. “Si no se puede lograr la unidad ahora, por lo menos generemos una agenda común en cuanto a los temas”, fueron algunas de las palabras que les dijo la expresidenta. Según los asistentes, CFK no habló de su posible candidatura, pero instó a “no pelearse por cargos”. La cumbre, con asistencias y faltazos “por cuestiones de agenda”, sirvió para posicionar al Grupo Fénix como la contracara del Grupo Esmeralda. En ese escenario, para no quedar afuera de todo, Randazzo–con barba y chomba– volvió a asomar la cabeza y se mostró en una foto junto al intendente de Bolívar, Eduardo “Bali” Bucca, uno de los cabecillas del Grupo Esmeralda.

Según los trascendidos, desde el entorno del hombre de Chivilcoy aseguraron que no se habló de candidaturas y que no hay definiciones sobre su futuro político. Sin embargo, desde ambos lados se ocuparon de resaltar –fuera de micrófono– que Cristina “no conduce más al peronismo”. Alguno, memorioso, se acordó por ahí de las viejas (o no tan viejas) palabras del exministro del Interior y Transporte, cuando en su carta a CFK –luego de que se formalizara la fórmula Daniel Scioli-Carlos Zannini– le digo entre otras reflexiones: “Seguiré defendiéndote a capa y espada, siempre”. Aguas divididas y rememoraciones.

El escenario electoral de cara al 2017 es complejo para el peronismo. Si bien las divisiones en los bloques legislativos parecen haber mermado, las diferencias de formas son las que dividen las aguas. “Si Cristina nos deja, podemos armar algo”, resalta un operador del Grupo Esmeralda. Pero las chances de este espacio de intendentes no son muchas. Con un Randazzo que sueña con su operativo clamor y juega al misterio permanente, las dos variables de última son de color gris. Algunos “Esmeralda” preferirían ir a cobijarse con Sergio Massa, aún a costa de que el tigrense ya les adelantó que serían un “espacio más” dentro de su Frente Renovador. Otros no quieren ni en sueños ver esa posibilidad, advierten que “Massa quiere que el PJ sea un satélite del Frente Renovador” y además, por más tranquilizantes que tomen, no se ven compartiendo mesa con Margarita Stolbizer. Los pocos, entre ellos obviamente Insaurralde, evocan la carta de última instancia que sería volver a posicionar al lomense como el candidato, esta vez a Senador. Pero esa jugada no convence a más de dos. Con esos análisis, un alcalde que comulga en el Grupo Esmeralda, reflexiona con cierto enojo: “Randazzo tiene que jugar, él también es culpable de la derrota del peronismo, estamos así porque no quiso ser candidato a Gobernador”. En ese dilema, los del Grupo Fénix son “más realistas” y –por ahora– son conscientes de que Cristina es la que más mide dentro del peronismo. No tienen mucha simpatía por Randazzo, aunque no lo descartan pero, eso sí, no quieren saber nada con Massa. Por su lado, el “Grupo de los Ocho”, aunque muchos se reivindican en sintonía con CFK, no descartan terminar navegando cerca de las costas de Cambiemos. Variables, realidades y opciones.

El dilema del peronismo sigue girando en con o sin Cristina. En la mayoría de los sondeos sobre el escenario electoral que se realizaron hasta ahora, dentro de lo que es el peronismo (FpV/PJ), CFK es la que mejor mide, cerca de los 30 puntos. En los últimos meses, Randazzo, quien se ubica segundo, ha caído en sus porcentajes, producto de su casi nula actividad política pública. Pese a este dilema, en todas las reuniones que participó la expresidenta, nunca habló –ni siquiera por asomo– de una posible candidatura. En los discursos y entrevistas que dio pidió por la conformación “amplia” de un Frente que –aunque sin decirlo explícitamente– incluya al Frente Renovador y al sindicalismo. En los últimos días trascendió que en una cónclave con dirigentes realizada en el Instituto Patria, CFK habría dicho que Massa “no es el enemigo”. “Massa no es el candidato del establishment, Massa es uno de nosotros que se fue”, les habría dicho Cristina a Gastón Harispe (Octubres), Jorge Aragón (Martín Fierro) y Federico Martelli (MUP). Esto provocó nuevamente la especulación de que confluya un gran Frente que se oponga a Cambiemos. Sin embargo, desde los sectores que representan a los mencionados, descartaron que se haya hablado de nombres en esa reunión. Por su parte, el propio Massa –caminando siempre por la “ancha avenida del medio”– desplantó está posibilidad de forma tajante: “Son parte del pasado traen en la mochila causas judiciales”. Pero en el ajedrez de la política todo puede ser posible. Sin ir más lejos, cabe recordar que a finales de julio Massa fue hasta Mercedes para mantener un cónclave secreto con Máximo Kirchner, donde, entre otras cosas, para intentar acordar, el tigrense le pidió que convenza a Cristina de que no sea candidata. Las malas lenguas en los pasillos de la política dicen que Massa “le tiene miedo a Cristina” y que, al ver su crecimiento en imagen e intención de voto, le bajó el tono a su propia candidatura y lanzó la posibilidad de una fórmula femenina compuesta por su esposa, Malena Galmarini y la mediática Margarita Stolbizer. Es lógico, si Massa pierde la elección 2017 con Cristina, sus chances de soñar con una candidatura presidencial en 2019 se desvanecen por completo. Sin embargo, si el año que viene le gana a Cristina, la jubila por completo, se llena de vigor y fortaleza de cara al 2019, incluso con el peronismo K y no tan K servido a sus pies. Cartas sobre la mesa entre Cristina y Massa.

En Cambiemos saben que estas posibilidades están sobre la mesa, también saben que el futuro del macrismo se juega en las elecciones legislativas del 2017 y, sobre todo, en lo que pase en la provincia de Buenos Aires. En sus propios dilemas, Elisa Carrió es la que mejor mide dentro de su espacio, con todas las volatilidades y contingencias que representa una “Lilita” con mucho poder. El resto: Esteban Bullrich (Ministro de Educación de la Nación), Jorge Macri (Intendente de Vicente López), Facundo Manes (el neurólogo y asesor en “capital mental” de Vidal), no miden ni diez puntos. Las complejidades sobrevuelan las mesas del oficialismo, ya descarta que Mauricio Macri y Vidal sean los que se pongan la campaña bonaerense al hombro y que otros ministros nacionales completen las listas de Cambiemos. Los think tank del PRO tienen sobre sus mapas de planes y operaciones el esquema 30-30-30, que serían las porciones que hoy se reparten electoralmente Cambiemos, FpV/PJ y el Frente Renovador. El peronismo desunido le queda bien y mientras “más partido esté mejor”. Desde calle 6, los armadores de “Mariu” –una idea que viene de La Rosada–, sostienen que les “juega a favor” que Cristina se posicione como la principal figura de la oposición, así “esmerila” a Massa y lo saca de la contienda. En sus análisis, un escenario de polarización sería “ideal” para las chances del oficialismo ya que, aseguran, el “techo” de CFK son los 30 puntos. Sin embargo, existe al mismo tiempo cierto temor a que ese crecimiento suba “más de la cuenta” y que Cristina –en sus peores pesadillas– se consagre con un triunfo en la Provincia. Los dilemas de con o sin Cristina son lo que prima en las discusiones dentro del peronismo FpV-PJ, pero también en el Frente Renovador y hasta en Cambiemos.

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