viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº3688

Panorama Bonaerense | 15 ene 2017

Bitácoras bonaerenses

Macri y Vidal: Contrapuntos, celos y el estigma de Scioli

Las diferencias que surgen en las formas de hacer política entre el presidente y la gobernadora presentan un nuevo capítulo. La necesidad y urgencia de Cambiemos en el terreno provincial.


Puerto Madero, Ciudad de Buenos Aires, jueves 12 de enero de 2016, mañana calurosa, aunque no tanto para ser enero. Acto conjunto entre el presidente, Mauricio Macri; la gobernadora, María Eugenia Vidal, y el jefe de Gobierno Porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Motivo: el anuncio de la obra del “Paseo del Bajo”; un emprendimiento vial de cuatro carriles de ancho, que unirá a través de Puerto Madero, la Autopista Arturo Illia con la Autopista Buenos Aires-La Plata. Un acto más de gestión, una foto más de los tres gobernantes más importantes del país. Una postal de unidad. Todo eso hubiera quedado así, si no hubiera sido por las palabras que Macri le dijo a la gobernadora y que repercutieron en todo el ambiente político-periodístico. “Buen día, buen día. Gracias Horacio por invitarme a participar en el comienzo de esta obra maravillosa, que la estamos haciendo para tenerla más cerca a María Eugenia. ¿No es cierto? Si no se va a portar mal si la dejamos tan lejos, allá en La Plata”, dijo el Presidente mientras, con clara incomodidad, la gobernadora sonríe, el jefe de Gobierno Porteño toca su espalda en forma de contención y Vidal termina mirando para abajo y asiente con la cabeza. La escena.

La secuencia, sin dudas, tuvo múltiples decodificaciones, todas en el mismo sentido. El contexto del tablero electoral para Cambiemos en el provincia de Buenos Aires y, sobre todo, los porcentajes de imagen positiva que tienen Macri y Vidal. Chiste, ironía, celos, advertencia y reto del presidente a la gobernadora en una semana, donde sucedieron distintas situaciones que detonaron esas palabras. La primera fue el conocimiento de la muestra de la prestigiosa Consultora Management & Fit (respetada y tomada con más seriedad por la mayoría de la clase política), donde los números son todos un dolor de cabeza para Macri y su primera plan en La Rosada. Mientras el 52,1 por ciento de los encuestados desaprueban la forma en que gobierna Macri, el 56,9 por ciento acompaña la gestión de Vidal. Una gran contraposición.

Además, en un segundo escenario de cara a las elecciones, en la Provincia el 38,8 por ciento se inclinaría por la fórmula Sergio Massa-Margarita Stolbizer; el 28,5 por ciento por Cristina Fernández de Kirchner-Daniel Scioli, y el 16 por ciento por Jorge Macri-Elisa Carrió. Las noticias no son nuevas, desde hace meses que los candidatos de Cambiemos están terceros en el territorio bonaerense, con la imagen de Vidal superior a la de Macri. Pero el nuevo año trajo consigo un cambio en la estrategia de La Rosada. Los celos y miramientos que hay en varios despachos de Balcarce 50 hacia el crecimiento de “Mariu” y, en especial, al despegue que muestra ante muchas políticas del Gobierno Nacional, hicieron que se decidiera que Macri esté más cerca de la gobernadora en el terruño bonaerense, así de paso la controla y absorbe parte de sus altos porcentajes de imagen positiva. El plan ‘rosado’.

Vidal tiene el “aura del gobernador” (en este caso gobernadora). Desde que asumió, tras el batacazo que dio en las urnas en el 2015, su imagen no para de crecer. Con el formato bien cuidado de la mandataria que “lucha contra las mafias”, la sonrisa permanente, el cuidado estético, de vestimenta y marketing para que no parezca alejada del ciudadano medio y hasta el mote de “Heidi”, son parte de un combo que genera que la mandataria bonaerense tenga altísimos índices de aprobación en la ciudadanía. Pero el “aura del gobernador” no es propiedad exclusiva de “Mariu”. Sin ir más lejos, Scioli en sus tiempos de gobernador tenía para sí el mismo aura. Sólo basta con buscar en Google cómo era la imagen positiva de DOS antes de que fuera candidato a presidente por el FpV. Su imagen era alta, la aprobación a su gestión también, tanto así que la relación con La Rosada se tensaba por “rebeldías del gobernador” y por los números que siempre estaban por arriba de la entonces presidenta CFK. Tal es así, que muchos recordarán los retos que la exmandataria le hacía a Scioli en actos conjuntos, similar –con otro estilo, claro– al que le hizo Macri a Vidal esta semana. ¿Pero son reales en la praxis política-electoral todas estás bondades en las encuestas? En los principales despachos de gobernación aseguran que “Vidal se pondrá al hombro la campaña” y que “ella será la candidata”, aunque en la formalidad repiten el discurso –similar al kirchnerismo– “el candidato es el proyecto”, o en su versión revisada, “el candidato es el equipo”. Dato no menor, lo mismo sucedió con Scioli cuando tuvo que “ponerse al hombro la campaña” de Martín Insaurralde en las legislativas de 2013, cuando el escenario era adverso para el oficialismo que no tenía buenos candidatos en el territorio bonaerense. La presencia de Scioli, con sus altos números de aprobación, no sirvió para frenar la victoria de Sergio Massa y su por entonces flamante Frente Renovador. Este fenómeno se repite, muchos analistas explican el por qué, al sostener que el vecino no sabe muy bien qué es lo que hace el gobernador/a y, en ese contexto, todos los reclamos los trasladan al presidente y al intendente, como así también todas las situaciones económicas. El estigma de Scioli.

Pero no son sólo los altos índices de aprobación que diferencian a Vidal de Macri. En el terreno político, la gobernadora demostró que tiene juego propio y que no le tiembla el pulso para meterse en el barro de la “política tradicional bonaerense”. MEV ha aceitado un armado en la provincia que contradice los lineamientos del jefe de Gabinete de la Nación, Marcos Peña. Ella y su entorno reclutan intendentes del peronismo, del kirchnerismo, massismo y hasta el PJ ortodoxo, aún ante las quejas de los socios de la UCR y los miramientos de La Rosada. Los casos de Joaquín De la Torre, Francisco Echarren y Alejandro Granados, son parte de esa estrategia. Incluso, Vidal no dudó en participar de un gran acto que le organizó el alcalde de José C. Paz, Mario Ishii, donde se mostró con viejos (y añejos) Barones del Conurbano como Granados, Jesús Cariglino, Aldo Rico y hasta con Eduardo Duhalde. Incluso, trascendió que de la mano de la “pejotización” del vidalismo, estos caciques están dispuestos a trabajar por la campaña de Cambiemos y hasta podrían competir con una lista colectora bajo el sello de Unión Celeste y Blanco, que alguna vez tuvo Francisco De Narváez. A esto hay que sumar que en puntos delicados de las políticas que lleva adelante la Casa Rosada Vidal ha demostrado tener autonomía de discurso y que es distinta a la de Nación en muchos aspectos. “Hemos demostrado que somos una administración que no hace despidos masivos”, dijo la gobernadora a principios de diciembre cuando anunció el acuerdo paritario con estatales, palabras que chocan de lleno con la política nacional que todo el 2016 se caracterizó por los conflictos de despidos en dependencias del Estado. Asimismo, Vidal optó por mantener su alianza en la provincia con Sergio Massa y evitó a toda costa emitir críticas al tigrense, sobre todo en el foco de tensión que hubo entre La Rosada y el Frente Renovador por las modificaciones al Impuesto a las Ganancias, cuando el propio Macri trató a Massa de “impostor”. Esta semana, “Mariu”, volvió a despegarse del discurso de La Rosada, en una entrevista que dio a un medio porteño. “La pesada herencia pasó, me hago cargo de lo que hay hoy en la Provincia”, aseguró Vidal, en otro contrapunto con un discurso repetido que plasman desde el Gobierno Nacional. Diferencias implícitas.

En La Rosada observan estos movimientos, en varios despachos muestran recelo ante la “autonomía” de Vidal y el temor al “vidalismo” y su forma de hacer política. En medio de los últimos sucesos, el ministro de Gobierno bonaerense, Joaquín De la Torre, tuvo que salir a aclarar y calmar las aguas sobre la incorporación de peronistas al gobierno bonaerense. “No está en nuestro espíritu ‘cazar intendentes’. Queremos trabajar en conjunto con todos, sin importar el color político”, dijo el exmassista en su cuenta de Twitter. De todas formas, Macri afiló su estrategia para levantar su imagen en el territorio bonaerense y en la semana que pasó compartió tres actos con Vidal. El primero, fuera de agenda, fue un almuerzo en la Casa Rosada, como primera actividad pública tras sus vacaciones. La segunda fue el acto en el que lanzó la frase mencionada y, el tercero, fue una recorrida en San Martín, junto al intendente Gabriel Katopodis, referente del Grupo Esmeralda. Se viene la campaña, se viene la definición electoral. Sin dudas, para Macri y su mesa política, la provincia de Buenos Aires es el gran escenario a disputar. Los números no acompañan, ni a Macri, ni a los posibles candidatos. En Vidal estará la suerte de Cambiemos en las elecciones de medio término. En ella y su forma de hacer política.

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