viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº3660

Panorama Bonaerense | 30 jul 2017

Bitácoras bonaerenses

De Vido, el globo de ensayo y la maratónica Vidal

La campaña de Cambiemos tiene distintas aristas y escenarios. La gobernadora todos los días acompaña a sus candidatos y los presenta. Cómo jugó la derrota del oficialismo en la votación por los fueros del exministro de Planificación.


Las PASO del 13 de agosto ya se observan en el horizonte, están cerca, su calor se siente. Esa “gran encuesta real” comienza a tomar forma y los nervios se expanden por todo el arco electoral. Hay un elemento real, en la Casa Rosada y el Gobernación reina la preocupación, Cristina Fernández de Kirchner sigue liderando las encuestas y los candidatos de Cambiemos que la enfrentan prácticamente son desconocidos para gran parte del electorado. Es por eso que, como se sabía, la gobernadora María Eugenia Vidal se puso la campaña bonaerense al hombro. “Vidal es la verdadera candidata”, dijo a tono de confesión, hace unos días, Gladys González, precandidata a senadora nacional junto a Esteban Bullrich. Es que no había otro camino para el oficialismo, Vidal tenía que ser la cara de la campaña y, si la ley lo hubiera permitido, hasta habrían puesto su rostro en la boleta de Cambiemos. El desafío para Cambiemos es grande, en una elección donde juegan figuras de peso, reconocidos en casi todo el electorado como Cristina, Sergio Massa, Margarita Stolbizer y Florencio Randazzo, posicionar a sus cuasi ignotos candidatos requiere mucho esfuerzo, tanto que Vidal tuvo que apelar a Elisa Carrió para levantar un poco la campaña bonaerense, después haber vetado su candidatura en Provincia. El desafío electoral.

Desde el cierre de listas del 24 de junio, Esteban Bullrich, Gladys González, Graciela Ocaña, Héctor “Toty” Flores y Guillermo Montenegro van de la mano de Vidal a cualquier acto de gestión que tenga la gobernadora, aún antes del inicio formal de la campaña. En el 2013, cuando Daniel Scioli tenía que hacer conocer al entonces poco conocido Martín Insaurralde para enfrentar a Sergio Massa en las legislativas, el lomense iba con el entonces gobernador a todos los actos de gestión. A Insaurralde se lo llamó, por esos días, el “edecán de Scioli”. En este 2017, el mote se amplió y Vidal tiene su “camada de edecanes”. Vidal los lleva, los muestra, los presenta ante propios y extraños, como en los actos de Lanús y Tandil. También apela al sentimentalismo, relata sus vidas, sus virtudes como personas y profesionales y, dato no menor, los presenta como “equipo”, un equipo que la va acompañar, un equipo que la va a “ayudar a transformar la provincia”. Vidal es la candidata, como dijo Gladys González, pero sin que su nombre y rostro estén en la boleta de Cambiemos en el cuarto oscuro. Mientras tanto, “Mariu” seguirá mostrando a sus candidatos todos los días de la semana, en acto, recorrida, visita o programa de televisión que sea necesario. La maratónica Vidal.

Pero no sólo con la omnipresencia de Vidal en la campaña hace su campaña Cambiemos. Se sabe que las elecciones en la provincia de Buenos Aires son fundamentales, es la “madre de todas las batallas”, desde La Rosada y Calle 6 actúan en consecuencia. De hecho, la jugada en el Congreso para intentar expulsar a Julio De Vido de su banca de diputado, fue pensada para acoplar el efecto a su estrategia de campaña y ante una posible victoria de CFK en las elecciones. Los conocedores del paño legislativo nacional anticiparon que el oficialismo no iba a poder juntar los votos necesarios para lograr la expulsión del exministro de Planificación Federal. Pero aún con esa contrariedad y quizá también con algo de presión de Elisa Carrió, el oficialismo se aventuró a ir al recinto a vivir una derrota asegurada. Ese partido perdido, más allá de que alguno calificó de “campeones morales”, tuvo al final el objetivo de meterse en la campaña. El fin, sin los votos asegurados, fue de utilizar el efecto De Vido para que, como pasó, las primeras planas de Cambiemos (ministros nacionales, porteños y bonaerenses) salgan a lamentar la derrota parlamentaria y de paso a pedir votos para octubre que, casualidad, es cuando se eligen los próximos legisladores que se sentarán en el Congreso. El objetivo coyuntural de fondo: la campaña.

Pero no sólo usar el caso De Vido como un arma de campaña fue lo que buscó Cambiemos con la derrota en la votación. De paso, también metió en los cruces electorales la idea de un posible bloqueo a Cristina para que asuma su banca en el Senado de la Nación. Cabe recordar que siendo primero o segunda, la expresidenta tendría derecho a su escaño. La idea partió del explosivo y polémico diputado nacional, Eduardo Amadeo: “Si Cristina es elegida senadora le pediría a mis colegas senadores con mucho gusto su expulsión”, dijo, algo enojado. La idea de impedir a CFK acceder a su banca es mucho más lejana de plasmarse que la de De Vido. Sólo sirve hoy para la campaña, para cimentar el discurso de Cambiemos en la búsqueda de votos y el antagonismo proclamado “contra la corrupción”. De ganar Cristina la elección, un intento de bloqueo parlamentario sería una jugada muy riesgosa para la democracia argentina, al poner en tela de juicio, al quitarle valor al voto de un porcentaje importante de la ciudadanía. En el duelo discursivo, fueron varios quienes salieron a cuestionar los dichos de Amadeo, entre ellos el compañero de fórmula de CFK, Jorge Taiana. Desde La Rosada también se hicieron eco de la idea, aunque no tan entusiasmados como el exduhaldista. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, dijo que “dependerá del Congreso”, si es que llegan a hacer ese pedido. Todo sirve para la campaña.

La estrategia que tuvo que elegir Cambiemos para encarar las PASO partió del mayor de lo esperado crecimiento de Cristina en las encuestas. En principio la polarización con CFK era el plato fuerte para transitar el camino electoral, profundizar en la grieta y la polarización. Pero, al ritmo de la economía, la inflación y las situaciones sociales que no mejoran, CFK fue creciendo en las preferencias electorales. Es así que por consejo de Jaime Durán Barba, el gurú, no se la mencionó más en los discursos de campaña y tampoco se “habla de economía”. Al pie de la letra, Vidal y sus candidatos evitan hablar de la expresidenta, ni siquiera dicen su nombre y, cuando se les pregunta por ella, esquivan la mención. El esquema de Vidal y su equipo es hablar de “nosotros y ellos”. Esos “nosotros”, para Cambiemos, es la “gente honesta”, la que “vino a hacer el cambio”, la que “combate contra las mafias”. Ellos, para Cambiemos, son “los cómplices de las mafias”, los “corruptos”, los que “mienten”. En esta nueva campaña, la gobernadora y sus candidatos retomaron el “Sí se puede” del 2015, con mucho entusiasmo y al ritmo del escenario 360 grados, la alocución similar a un pastor evangélico y mucho sentimiento. Más actos en clubes cerrados, recorridas de gestión y timbreos. Artillería de campaña.

Durante la campaña presidencial de 1992 en Estados Unidos, Bill Clinton enfrentaba a George W. Bush (padre), quien buscaba la reelección. Según cuenta la historia, Bush venía con buenas chances por éxitos en política exterior con el fin de la Guerra Fría y la Guerra del Golfo Pérsico como trofeos. Ante ese escenario, James Carville, estratega de la campaña electoral de Clinton, aconsejó que la campaña tenía que enfocarse sobre cuestiones más relacionadas con la vida cotidiana de los ciudadanos y sus necesidades más inmediatas. Así pegó en todas las oficinas de campaña un cartel con tres consignas: 1) Cambio vs. más de lo mismo; 2) La economía, estúpido; 3) No olvidar el sistema de salud. Si bien la primera tuvo un efecto, fue la segunda la que generó revuelo y explosión en el electorado y se popularizó como eslogan de campaña ese año, que finalmente llevó a Clinton a la presidencia. Frase que trascendió las fronteras y se acopla a toda realidad electoral dentro de un sistema capitalista: “Es la economía, estúpido”.

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