viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº3681

Panorama Bonaerense | 19 ago 2019

Bitácoras bonaerenses

El efecto “carro ganador” que amenaza a Vidal

El manto de realidad anuncia que el sendero de la gobernadora hacia octubre es más complicado que el de Macri. Los desafíos políticos y de gestión que tiene la mandataria.


Según analistas e investigadores de la ciencia política, en la mayoría de los procesos electorales la ciudadanía “va detrás del carro ganador”. La población percibe quién va ganar y finalmente termina virando su voto en favor de ese candidato. Está acción se llama “efecto del carro ganador”. Los resultados contundentes de las PASO del 11 de agosto –Alberto Fernández sobre Mauricio Macri (47,65 a 32,08 %) y de Axel Kicillof sobre María Eugenia Vidal (49,34 a 32,56 %)–, y los del escrutinio definitivo, que aparente mostrarán mayor ventaja del Frente de Todos, generan un camino que para muchos se podría resumir en “partido liquidado”. La perspectiva a octubre no sólo está marcada por la crisis del dólar que se desató el lunes 12, sino por un escenario donde la gobernabilidad, el camino a las elecciones generales y el traspaso de mando de diciembre se torne impredecible e inestable. La diferencia que el candidato a gobernador del Frente de Todos le sacó a Vidal es mayor (cuatro veces más) a los cinco puntos que desde la gobernación marcaron cómo límite para soñar con una remontada. Sólo un milagro (o varios), pueden hacer que la gobernadora se imagine una reelección. El manto doloroso de la realidad.

Si bien tras el estupor de la cachetada electoral Vidal intentó retomar la iniciativa el lunes en la conferencia de prensa (distinta a la alocada que dio Macri) y sus equipos comenzaron a pensar en cómo encarar la campaña hacia octubre, los oráculos no anuncian buenaventuras en el camino de “Mariu”. En los análisis de la platense calle 6, la estrepitosa derrota de Vidal en las PASO se debe a un “voto castigo muy fuerte contra Mauricio”. En esa lógica, es que el vidalismo apuesta a provincializar lo máximo su campaña y alejarse lo más que se pueda de la imagen negativa que tiene el primer mandatario en territorio bonaerense. Con el mismo grado de realismo, habilitaron a los intendentes de Cambiemos a municipalizar sus campañas, ante la ola azul que azotó esos distritos teñidos de amarrillo, que corren el riesgo de caer en las manos del Frente de Todos. Pero esta pretensión no será fácil. Desde la Casa Rosada, mientras siga Marcos Peña como todopoderoso jefe de Gabinete de Nación, Macri no le va a soltar la mano a Vidal y va a tratar de seguir pegado a su imagen. Al final, la lógica que alguna vez trazó Peña en la “mesa chica del PRO”, parece estar más vigente que nunca: “Juntos a matar o morir”. Las viejas internas del PRO.

En la política, como en el fútbol, siempre existe lo “matemáticamente posible”. Esa esperanza es a la que están apostando (al menos en el discurso), tanto en la Casa Rosada como en la Gobernación bonaerense. Con el “sí se puede” que alguna vez funcionó, hasta con “no es imposible” y “sólo fueron las PASO, no se elige nada” pretenden encarar el embrollado camino hacia octubre. Pero surge una paradoja en la ecuación Macri-Vidal, el presidente tiene más chances que la gobernadora de soñar con el milagro, que sería llegar a un ballotage. Con todos los astros y dioses a su favor, Macri podría llegar a la segunda vuelta si es que Alberto Fernández baja su porcentaje de votos a menos del 45 por ciento y Macri queda segundo con menos de diez puntos del primero. Pero la suerte de Vidal es más compleja y no apta para soñadores. En la provincia de Buenos Aires no hay ballotage y se gana por un voto. A la gobernadora, el milagro le tendría que venir con plus: ganar la elección de octubre. Escenario difícil. Algunos analistas sostienen que Vidal tendría que recuperar 18.460 votos por día (desde el lunes 12 de agosto), para soñar con una victoria en octubre. Ilusiones que no se pierden.

Más allá del cierto grado de energía positiva que se pretende dispersar en la golpeada tropa del vidalismo, la realidad también entra en escena. Macri, gracias al efecto del carro ganador, puede quedar segundo lejos, muy lejos de Alberto Fernández y hasta, incluso, podría quedar tercero si es que ese votante anti K deduce que las chances del presidente están terminadas y apuesten por otro contrincante, como Roberto Lavagna. En el territorio bonaerense el candidato del longevo economista, Eduardo “Bali” Bucca, no se perfila con esa chance, pero Vidal puede ser alcanzada por el efecto del carro ganador y quedar mucho más lejos de Kicillof. Ese escenario no sólo impediría la reelección de Vidal, sino que la cantidad de legisladores bonaerenses de Juntos por el Cambio que logren ingresar a la Legislatura sea mucho menor. Vidal conformó las listas seccionales con la “tropa propia”, “los puros”, muchos funcionarios provinciales que responden directamente al jefe de Gabinete, Federico Salvai, y al subsecretario de Asuntos Municipales, Alex Campbell. A este armado, en columnas anteriores, se lo calificó como “derrotista” y fue pensando más en cuidar un futuro bloque vidalista opositor a un gobernador peronista. El futuro y sus probabilidades.

Algunos dirán que Vidal tiene el boleto picado, otros retrucarán que falta la elección definitiva de octubre. Mientras tanto, fuera del foco de los medios de comunicación, la política bonaerense sigue su curso. Según se pudo confirmar, Salvai, “mano derecha” de la mandataria, se comunicó el lunes por teléfono con Kicillof. Desde la gobernación no quisieron dar detalles de la charla, aunque desde el otro lado deslizaron que se habló de “trabajar en la transición” y “entregar cuentas”. Se abre un escenario inédito en la política bonaerense. Vidal tiene varios desafíos pendientes tras los resultados de las PASO. ¿Qué tónica darle a la gestión, con la casi seguridad de que termina su mandato? ¿Qué carga darle a una campaña que parece irremontable? ¿Cuál es el plan político real para un futuro pos 10 de diciembre? ¿Cómo contener a una tropa que normalmente en la derrota comienza a dispersarse? Unos cuantos interrogantes que Vidal tiene que resolver, más allá de soñar o no con la reelección.

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