En pleno clima mundialista, la Argentina sigue las rondas de negociación por los fondos buitre

Este lunes se llevará a cabo en Nueva York la reunión de negociación por los fondos buitre de una delegación de representantes de nuestro país con Daniel Pollack, el mediador designado por el juez Thomas Griesa.

Por la Argentina asistirá el subprocurador del Tesoro de la Nación, el secretario de Finanzas del Ministerio de Economía y el secretario Legal y Administrativo del Palacio de Hacienda.

Esta delegación de carácter más técnico que político será la encargada de tener, junto a los abogados del Estudio Cleary Gottlieb Steen & Hamilton, que defienden a la Argentina, el primer contacto en Nueva York con Pollack, en un encuentro del que no participarán representantes de los holdouts.

La no participación de estos holdouts lo confirmó en las últimas horas el propio ministro de Economía, Axel Kicillof, quien de forma recurrente se exhibe quejoso porque la Argentina “quiere pagar y no la dejan”.

Más allá de las distintas posturas que se ventilan a diario en los medios periodísticos, es harto evidente que el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y los representantes del magistrado Thomas Griesa van a patear cualquier intento de pago por parte del Estado argentino para enero de 2015, como una forma de evitar “no jugar” con la famosa cláusula del “Pari Passu” (PP), que figura en la mayor parte de las emisiones de deuda soberana.

Tal como señalamos la pasada semana, esta cláusula significa “un trato igualitario para aquellos bonistas de un país que entren o no a un canje de deuda pública”, compromiso que ocupa la primera página del prospecto de emisión de los títulos de deuda y establece que ningún bonista que haya participado de un canje puede recibir un pago sin que el resto, que prefirió rechazar la oferta, también lo haga.

Más allá de que se diga y escriba que la Argentina y los holdouts deben consensuar una forma de atender la sentencia de juez neoyorquino que condenó al país a pagar 1.330 millones de dólares antes del 30 de julio venidero, la realidad indica que pasarán los días y jornadas de arduas negociaciones y la sangre no llegará al río. Sencillamente porque no le conviene a nadie, mucho menos a los fondos buitre, que se desemboque en una situación de default, palabra mal empleada –y de forma maliciosa– por todos los analistas económicos, toda vez que la Argentina cuenta, a diferencia de diciembre de 2001, con recursos suficientes como para hacer frente a sus compromisos.

Pero se aferrará a rajatabla a respetar lo acordado con los bonistas que ingresaron al canje en 2005 y 2010; y más allá de cualquier letra u orden judicial que estipule que el pago citado “debe ser en un pago y en efectivo”. El juez Griesa sabe que luego de los respaldos que ha recibido el Gobierno argentino (el último, por parte de la Organización de Estados Americanos –OEA-) la Argentina no retrocederá un milímetro en la estrategia de hacer valer la soberana decisión de acordar con los acreedores en los canjes de las gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

Habrá que aguardar el encuentro de este lunes entonces. Todo cuanto se pueda agregar en lugar de aclarar entorpecerá cualquier análisis serio del tema. También señalamos la pasada semana que “por debajo de la mesa” hay acuerdo y los acreedores han aceptado que la cancelación se realice con un esquema similar a los que se adoptaron en los casos de Repsol y el Club de París, con una combinación de pago en efectivo (mínimo) y la mayor parte en bonos a largo plazo, pero todo a efectivizarse a partir de enero de 2015.

El preacuerdo contempla la necesidad de Argentina de no incumplir la cláusula RUFO, que vence el próximo 31 de diciembre, y que le permitiría a los acreedores regulares reclamar el mismo pago que a los holdouts.

Mientras se sigue el desenlace de estas negociaciones el país está sacudido por la movida que genera el Mundial de Fútbol de Brasil, y los medios periodísticos fogonean a pleno lo que vendrá: la semifinal entre la Argentina y Holanda del próximo miércoles.

Por ello casi pasó desapercibido para la gran mayoría de los argentinos el escándalo del último miércoles en la Cámara de Diputados de la Nación, cuando la Comisión de Juicio Político que preside la legisladora oficialista Adela Segarra desestimó “in limine” los pedidos de enjuiciamiento para el vicepresidente Amado Boudou, con el argumento de que “se basan en hechos y actos que aún tramitan en sede judicial”.

En su exposición, Segarra remarcó que “los proyectos de resolución tienen términos imprecisos, condiciones vagas, menciones difusas”, y aseguró que “la comisión de delitos no se encuentra probada” y “avanzar en ese sentido constituiría una violación de la división de poderes”, además de recalcar que, a su entender, “no existe motivo alguno para que este Congreso intervenga”. Luego, durante una entrevista radial, la diputada criticó el “alto impacto mediático” del caso Boudou y no supo responder algunas preguntas muy precisas respecto del proceso judicial que se le sigue.

La mayoría de los cruces entre oficialismo y oposición de dieron a los gritos desaforados, sobre todo cuando el kirchnerismo apeló a los términos “desestabilización” y “linchamiento mediático” a la hora de evaluar el caso, a la vez que denunciaron en todas sus intervenciones, “presiones corporativas”.

Finalmente, CFK no se refirió de lleno al procesamiento que pesa sobre el vicepresidente de la Nación y titular del Senado. Lo hizo de forma solapada, pero con mucha claridad para que quienes quisieran oír, oyeran. Fue el último martes 1º de julio, en el marco del acto en homenaje a Juan Domingo Perón, a 40 años de su muerte.

La Presidenta recordó que al tres veces primer mandatario “lo acusaron de estupro y de tener cuentas en Suiza”.

Asoma un lunes cargado de expectativas en derredor de las negociaciones de Nueva York por los fondos buitre y las expectativas por el ‘fulbo’, el opio de los argentinos. También de quien suscribe este Panorama. La Argentina no tiene paz. Y a veces, un Mundial sirve como válvula de escape. ¡A ganarle a Holanda!