viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº3681

Política | 26 oct 2017

Opinión

Gozar al concebir, dolor al parir

Pasadas las elecciones, el autor analiza la euforia por el triunfo del gobierno de Cambiemos (al que denomina Argentina S.A.), que tiene allanado el camino para profundizar su plan de ajuste hacia las clases media y baja, de donde salió parte sustancial del caudal de votos que lo llevó a la victoria.


Sentencia por demás gráfica en donde se ilustran las distintas situaciones. La euforia del triunfo no deja lugar a los análisis del porvenir, la gravedad de las propuestas de la coalición ganadora. La conducción de Argentina S.A. se regodea de la victoria obtenida, y que ya comienza con lo prometido: el aumento de los combustibles, al que seguirán electricidad, gas y toda la serie de medidas económicas cuyos únicos beneficiarios constituyen los grupos empresariales que sustentan al gobierno. 

Resulta por demás notorio el voto de Cambiemos, apoyados por los estamentos sociales más humildes. Se ha dicho alguna vez que “las multitudes siguen a los líderes que le piden su sangre”. Ahora preguntemos, ¿a cambio de qué? Bien es sabido que los tiempos por venir anuncian cambios, lo cual no caben duda y en el que convergen un sinnúmero de variables, entre las que se destacan los avances tecnológicos que disminuyen la posibilidad de empleo para la fuerza del trabajo. 

Sumemos a lo anterior, el aumento de la edad jubilatoria con la excusa que se vive más tiempo, la desaparición y/o reducción del régimen jubilatorio de reparto en beneficio de los bancos y financieras que impulsan el régimen de capitalización. Este último se nutrirá de plata dulce aportada por el trabajador al que le cobrarán intereses usurarios (demostrado en la era menemista y a riesgo de no tener ninguna garantía por parte del Estado, lo que se significa que esos dineros puedan ser fugados al exterior, tal como sucedió en Chile), la desaparición del fondo de sustentabilidad etc. 

Sigamos sumando, la flexibilización laboral que no defiende la CGT, la salud pública paga, la desregulación de las obras sociales en beneficio de las prepagas, la pérdida de la indemnización por despido, al igual que las horas extras, etcétera. También el incremento de la desocupación y la destrucción de la industria nacional tantas veces enunciado, continúan agravando la situación y la enajenación del patrimonio Nacional en beneficio de privados. Veamos el crecimiento de los comedores y la reaparición de los cartoneros que habían pasado a realizar tareas más lucrativas, el endeudamiento descomunal y el ajuste que se hará sentir en poco tiempo. 

Recordemos que quienes festejan sobremanera pertenecen a un reducido grupo de la sociedad, mientras el resto mirará con tristeza y bronca el engaño sufrido una vez más como tantas otras frustraciones. Mingo Cavallo y sus discípulos en ejercicio de las funciones de verdugo gozan del triunfo electoral y, según ellos, los objetivos teóricos se lograrán retornando a ser un país agrícola ganadero y proveedor de materias primas a los países del hemisferio norte. Sumemos a ello el desprecio hacia las clases bajas demostrado una y otra vez y el futuro mejor que está cada vez más lejos, detrás de la línea del horizonte. 

Poco importa la Patria, sino solo los negocios de los más poderosos. ¿Qué va a pasar cuando un padre de familia no encuentre un trabajo que le permita pagar el alquiler o la cuota de una hipoteca, o llevar el pan a su prole y se cierren todas las puertas? Al concebir el triunfo electoral llena de gozo al votante raso, pero la parición de las situaciones por venir, serán muy dolorosas, tanto como peligrosas en la faz social. Pero para eso, “Pepita Botella” tiene el remedio: Gendarmería. 

Si no lo entendió ciudadano: Con el Estado ausente estará solo frente a la patronal, gobernado por las corporaciones y el poder financiero ¿Ahora lo entendió?

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