viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº3688

Política | 21 abr 2019

Opinión

“El ajuste expansivo”: la última carta electoral de Macri

El plan combina un intento de reactivar con fuertes desequilibrios externos. El comienzo de la campaña más cara de la historia.


Por Roberto Feletti (*)

El término “ajuste expansivo” fue acuñado a mediados de la década del 80 y reflejaba el esfuerzo que el gobierno del presidente Raúl Alfonsín realizaba para compatibilizar las exigencias de pago de la deuda externa heredada de la dictadura cívico-militar -que formulaba la por entonces banca acreedora- y la necesidad de legitimar la naciente democracia con una economía en crecimiento. Este esquema se conoció como “Plan Austral” y consistió en un congelamiento de precios y tarifas, aumento progresivo de salarios, control del tipo de cambio, acumulación de divisas alcanzada por fuertes superávits comerciales y respaldo del FMI. La mejora de la economía durante 1985 y 1986 le permitió al gobierno sortear con éxito las primeras elecciones legislativas, pero a partir de 1987 la falta de divisas y el fuerte déficit del sector público obligaron a sucesivos ajustes que desembocaron en la suspensión de pagos de la deuda pública en abril de 1988 y el fracaso del último retoque, el denominado Plan Primavera, desembocó en el estallido hiperinflacionario en febrero de 1989. Al igual que en 2001, el FMI le retiró el apoyo a la administración y el Gobierno concluyó antes de tiempo.

El gobierno de Cambiemos, por su parte, chapotea en su propio pantano, dado que la voluminosa deuda que tiene que afrontar y que le impide dinamizar la economía fue generada en su mandato y sirvió para financiar la salida del circuito económico de la Argentina de casi u$s 100.000 millones en tres años, superando con creces la gestión de José A. Martínez de Hoz en ese sentido. No hay herencia a la que culpar.

Además, carente de la profunda vocación democrática del presidente Alfonsín, Mauricio Macri parece haberse acordado súbitamente de que para continuar en el poder debe acudir a la urnas y entonces desempolva de manera impúdica y al borde de la espiral inflacionaria un “programita” de freno a los feroces aumentos tarifarios de aquí a fin de año y una canasta básica alimentaria de 60 productos cuyos precios permanecerán congelados también hasta diciembre, agregando una oferta menguada de cortes de carne tradicionales.

Comentamos en la columna del domingo pasado que el Banco Central comenzaba a liquidar un estimado de u$s 12.700 millones -u$s 8.500 millones provenientes de la liquidación de la cosecha y u$s 4.200 millones del ahorro fiscal del 2018- hasta agosto y con esta suma apuesta a contener la cotización del dólar hasta las elecciones primarias. Esta semana, el Ente Rector redobló la apuesta y en línea con el ejecutivo “congeló” hasta fin de año el techo de la banda cambiaria en $ 51,45, cotización de la divisa partir de la cual puede vender las reservas internacionales indiscriminadamente.

Decisión esta última que provocó un aumento del riesgo país por encima de 800 puntos, pues se teme que la estabilidad cambiaria se alcance a costa de rifar las divisas provistas por el FMI para honrar los vencimientos externos.

Con dólar estable, tarifas y canasta básica congeladas, la alianza Cambiemos aspira a que los cierres paritarios salariales de mayo/junio y el medio aguinaldo de julio se encuentren con una capacidad de consumo ampliada, capaz de expandir precariamente el nivel de actividad hasta las elecciones.

En realidad, se tratará de la campaña electoral más cara de toda la historia, pues se destinarán en el arranque casi u$s 13.000 millones de dólares a permitir la fuga de capitales sin volatilidad cambiaria y tal vez esa cifra aumente después de las PASO.

La reseñada experiencia de la década del 80 revela que combinar una expansión económica de corto plazo con fuertes desequilibrios macroeconómicos es inviable y sólo produce males mayores en la economía, la sociedad y las instituciones.

Irresponsablemente, en un contexto de déficit de la cuenta corriente del balance de pagos que supera el 5 % del PBI y del sector público nacional que alcanza el 7 % del PBI, el Gobierno ha comenzado a liquidar cualquier posibilidad de salir ordenadamente de la crisis que él mismo ha creado, considerando a las elecciones como una molestia en la que debe distraerse por un rato sin medir las consecuencias de su accionar.

En el video de presentación del “programa de estabilización”, el presidente Macri conversa con una familia muy agredida por la crisis y alude como respuesta que su administración ha adoptado todas las políticas similares que llevaron adelante Chile, Perú, Colombia y Paraguay, pero sin embargo no le dieron resultado.

Tal vez ese sea el problema de fondo: nuestra sociedad y su democracia son lo suficientemente vigorosas para obligarlo a distraer la atención en sus demandas.-

(*) Secretario de Economía y Hacienda de La Matanza y exdiputado nacional del FpV.

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