miércoles 17 de abril de 2024 - Edición Nº3679

Economía | 4 oct 2020

Opinión

La batalla por la estabilidad cambiaria

Sobre el Consejo Agroindustrial Argentino y la relación con China para profundizar el vínculo con la segunda economía del mundo y obtener respaldo financiero.


Esta semana el Gobierno produjo dos hechos en procura de reunir una masa crítica de dólares que le permita desbaratar el ataque especulativo contra el peso ejecutado por agentes económicos que sustentaron políticamente al macrismo. Se alcanzó un acuerdo con un sector de las patronales agropecuarias para inducir a la exportación de un remanente de cosecha retenida y, a la vez, el presidente Alberto Fernández dialogó con su par chino para profundizar el vínculo con la segunda economía del mundo y obtener respaldo financiero.

El conjunto de medidas destinadas al sector agrario para el último trimestre del año fija un esquema transitorio de derechos de exportación para el complejo sojero, que incluye reducciones de las alícuotas de granos de soja y derivados en forma escalonada para estimular la liquidación del remanente acopiado a corto plazo. 

Para los granos de soja la baja es del 33 % actual al 30% en octubre, 31,5 % en noviembre y 32 % en diciembre. También hay rebajas para la industria de manufacturas agropecuarias que incluyen al aceite de soja crudo, aceite de soja envasado, pellets de soja y biodiesel. Para la industria aceitera es 27 % y 28 % en octubre, convergiendo entre el 30 y 31% en enero; y para el biodiesel la baja es del 30 % al 26 %, convergiendo en 29 % en enero de 2021. También se implementará un sistema de compensación para medianos y pequeños productores con un fondo de $1.550 millones.

Estas decisiones pueden ser abordadas desde dos perspectivas, la de corto plazo centrada en allegar divisas al Banco Central para enfrentar la tensión cambiaria, y la que implica el acuerdo más estructural con una facción del empresariado agropecuario en perspectiva del pronóstico de suba de los precios internacionales de los alimentos y una más definida inserción con China y Asia en general.

No es tema de hoy evaluar por qué las autoridades del BCRA enfrentan este cuadro de situación en un escenario que, como se describió en columnas pasadas, debiera contar con la calma del mercado de cambios que otorga el abultado superávit comercial y el cierre exitoso del programa financiero que disminuyó y alejó en el tiempo el peso de la deuda sobre las cuentas externas.

Sí es necesario estimar cuánto aumentaría el ingreso de divisas en el último trimestre a resultas del acuerdo. Uno de los especialistas en el sector, Julio De Vido (hijo) ponderó que, en caso de encontrarse almacenadas entre 15 y 17 millones de toneladas de soja -que casi es el máximo de capacidad de acopio- sólo un tercio sería susceptible de ser exportado en el corto plazo, dado que los dos tercios restantes se reparten entre el stock de reserva anual y lo acumulado por los dueños de la tierra en concepto de alquiler de sus campos, los cuales -por su carácter rentista y sin apremio productivo- especularían reteniendo la tenencia. 

Consecuentemente, el ingreso de divisas más inmediato se puede estimar en torno a los u$s 2.500 millones. Otros especialistas consultados descreen de esas existencias, pues consideran que una porción relevante fue exportada como contrabando. De confirmarse este diagnóstico, emerge la necesidad de la intervención estatal directa en el comercio de granos reflotando el caso Vicentin y acelerar el control por parte de los estados provinciales sobre la Hidrovía.

Una mirada de largo plazo sobre el entendimiento permite agregar algo de optimismo, ya que el impulso al acuerdo entre una facción agropecuaria y el Gobierno se debe a la reciente conformación del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), que semanas atrás ha presentado a las máximas autoridades de la Nación un programa de mediano plazo de expansión de las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario con el consecuente aumento del empleo en las zonas productoras, requiriendo además una actualización de la legislación para el sector. El Consejo Agroindustrial Argentino emerge como un nuevo agrupamiento patronal agrario que promete la industrialización de parte de la renta primaria a cambio de certidumbres sostenidas en las políticas públicas al margen de la volatilidad coyuntural de los precios internacionales de los productos primarios. 

El periodista Alejandro Bercovich, en un artículo en el periódico BAE, informó que en la concreción del acuerdo: “El hombre clave fue Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), el club que reúne a la media docena de compañías por las que pasa casi un tercio de las exportaciones argentinas”, describiendo además que Idígoras es el titular del flamante CAA que lleva adelante las propuestas reseñadas.

En este marco se enhebra la conversación telefónica del presidente Fernández con el mandatario chino Xi Jinping. También como ocurre con el acuerdo agropecuario, el hecho contiene una arista de inmediatez y otro más estructural.

La semana pasada señalamos que la intervención apresurada del Banco Central sobre el mercado minorista de cambios se debía en parte a las dificultades para convertir en dólares los yuanes acordados en el swap de monedas con la República Popular China. Límites geoestratégicos resultantes del conflicto entre las principales potencias globales y riesgos de caída de cotización de la divisa china en los mercados, habían actuado como freno a la operación. Si se destraba, el Gobierno puede contar un refuerzo inmediato de reservas líquidas para el último tramo del año cercano a los u$s 2.000 millones.

De concretarse la exportación del remanente potencial estimado de la cosecha y la monetización de parte del swap de monedas con China, el BCRA se encontraría con una masa crítica adicional de u$s 5.000 millones, suficiente para quebrar la presión especulativa y alcanzar el ansiado puente de estabilidad hasta marzo que, como se expuso la columna pasada, alberga la esperanza de vacuna que aleje el virus y permita despegar a la economía.

La arista de más largo plazo es que China y el Asia en general tienen una centralidad decisiva en consumo de alimentos y derivados. Es en esta convergencia de mercado disponible y actor empresario capaz de satisfacerlo donde radica la virtuosidad potencial de las acciones desplegadas por el Gobierno estos días. 

Ahora, en ambos casos, el recorrido de este sendero depende de la capacidad de regulación y autoridad que ejerza la coalición peronista gobernante en la conducción de la Nación en este turbulento contexto global. 

La relación de complementariedad sostenida y autónoma con la economía china permitiría un círculo virtuoso de crecimiento recíproco similar al que se produjo con Brasil en la primera década y media de este siglo, hoy abandonado por el rumbo disímil que tomo nuestro país hermano. La ampliación de soberanía y bienestar económico que se inició a partir del NO al ALCA en el 2005, cimentado por Néstor Kirchner y Lula da Silva, es una de las carencias más agudas que padece la Argentina. 

El escenario internacional no es halagüeño y los conflictos son graves. Por eso la búsqueda de encuentros internacionales viables y autónomos es esencial.-

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