viernes 10 de mayo de 2024 - Edición Nº3702

Interés general | 15 jun 2023

Nuevas tecnologías

De la ficción a la realidad, el mito de la inteligencia artificial

El término surgió en la década del 50, al interior del círculo de matemáticos que en aquel momento se encontraba investigando un concepto llamado máquinas pensantes.


Por Santiago Urrizola (*)

Desde que existen las ciencias de la computación se trabaja en buscar mecanismos para que “las máquinas sean inteligentes”, allí nace el vínculo de la inteligencia artificial (IA) con la ciencia ficción. Y podemos decir que llevamos décadas desarrollando algoritmos y recursos que permitan a las máquinas imitar el comportamiento humano.

Como antecedente, hay un gran número de películas relacionadas con la IA, quizás una de las más destacadas sea 2001 Odisea del espacio, en donde HAL 9000, una computadora con “inteligencia artificial”, era capaz de realizar tareas y aprender por sí misma.

Recientemente, la serie Black Mirror expuso de manera muy consistente y coherente un futuro semi distópico, pero no tan alejado de la realidad, sobre cómo podrían ser nuestras vida con la IA omnipresente, con todos los beneficios y problemas que esta nos podría ocasionar.

El término inteligencia artificial surgió en la década del 50, al interior del círculo de matemáticos que en aquel momento se encontraba investigando un concepto llamado máquinas pensantes. A pesar que en el mundo se discute cuán lejos o cerca estamos de esto, la tecnología separa la “inteligencia artificial” de la “inteligencia artificial general” de “singularidad tecnológica”, esto es, un sistema que permita aprender por su cuenta y superarse a sí mismo. Este último punto hoy todavía es ficción.

A diferencia de otras tecnologías, la IA genera resultados que en general son no deterministas, algo que va en contra de gran parte de las bases de las ciencias de la computación: a mismo dato de entrada, mismo dato de salida.

Pero la IA no funciona así en muchas situaciones, si bien hay IA determinísticas, en otros casos no siempre podemos explicar por qué una IA genera una salida determinada, por ejemplo al concluir que una persona tiene una determinada enfermedad o que no es apta para un préstamo.

Nos encontramos en el pico de expectativas de la IA, en donde como es habitual ante la aparición de una disrupción tecnológica, la queremos aplicar a todos los contextos, y creemos que todos los negocios tienen a bien estar basados o tener un fuerte componente de IA.

Y si bien todos los negocios podrían ser afectados por la IA, directa o indirectamente, lo importante en estos casos es comprender si la aplicabilidad de IA es adecuada para cada contexto.

Implementar modelos de IA para tomar decisiones en un negocio requiere de un alto grado de madurez digital y procedimental en cada entorno, mal aplicado puede traernos malos resultados.

En experiencias previas, la regulación de la tecnología no ha sido siempre el mejor camino. Toda revolución tecnológica tiene en el proceso etapas que pueden ser complejas y que pueden generar ruido.

En términos técnicos, la regulación de IA sería algo difícil o casi imposible de hacer. Pero se puede trabajar, y hay muchas iniciativas al respecto, en acordar (para eventualmente luego regular) las cuestiones éticas detrás de la IA.

En este marco, la cuestión no pasa por si regular o no la IA, es acordar el uso de esta potencia en cada contexto determinado. Incluso existen marcos de regulación de IA, como el de la Unión Europea, que busca garantizar un uso ético y se enfoca en los entornos críticos, marcando requerimientos de seguridad y transparencia para su uso.

Sin embargo, si somos responsables en utilizar estas capacidades y alcanzar acuerdos, el potencial sería revolucionario, afectando gran parte de nuestras vidas. En un futuro no muy lejano, la ficción podría alcanzar un punto de encuentro con la realidad.


(*) Licenciado en informática (UNLP) | CEO de Flux IT.-

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